domingo, 29 de abril de 2012

La X que tanto importa

Estamos a punto de iniciar una nueva campaña de la renta, este año marcada por un tunel económico del que pocos parecen ya librarse. En situación generalizada de recortes y escaseces cualquier gasto se contempla con lupa, y es fácil dar argumentos para considerarlo prescindible.
Como era previsible, ese caldo de cultivo ha vuelto a traer a primer plano el debate sobre la financiación de la Iglesia católica. Con ocasión y sin ella, pero esta vez realmente con ocasión, muchos consideran que se encuentra en situación de privilegio, y que no parece razonable mantener subvenciones a un ente religioso, cuando otras  cosas que parecen más esenciales se están eliminando. Los más radicales consideran que un estado laico no debería en modo alguno subvencionar a ninguna entidad religiosa, pues eso vulnera el principio de neutralidad consagrado en la constitución.
Vayamos por partes. En primer lugar, no es cierto que la constitución española sea laica. Una vez más, hay que afirmar que vivimos en un estado no confesional, que es muy distinto de un estado laico y poco tiene que ver con un estado laicista u oficialmente ateo. Que yo sepa, muy pocos paises en el mundo son oficialmente ateos, tal vez China, Cuba y Corea del Norte, ejemplos que me imagino ni los más entusiastas del laicismo consideraran modelos de libertades públicas. Nuestro país es constitucionalmente no confesional; esto es, no considera ninguna religión como oficial del estado (como ocurre en países tan civilizados como Reino Unido, Dinamarca o Noruega, por ejemplo), pero eso no significa que no valore la importancia de la religión en la sociedad, y especificamente del catolicismo, con el que la misma constitución, asegura relaciones especiales (art. 16). En este marco, volvamos al debate sobre las subvenciones a la Iglesia católica. Por un lado, cabe decir que el estado español como tal no subvenciona directamente a la Iglesia, sino a través de lo que los ciudadanos quieran asignarle, con la famosa X en su declaración de la renta. Sería estupendo que me permitieran decidir si doy o no un porcentaje de mis impuestos a otras muchas cosas que el gobierno de turno decide por mi, desde el deporte hasta el cine, el ejército, los medios de comunicación o los partidos políticos. En suma, a la Iglesia va sólo el dinero que los españoles, católicos o no, deciden explícitamente.
Tercera idea. Hay muchas instituciones relacionadas con la Iglesia a las que sí se subvenciona directamente (colegios, hospitales, ONGs...), pero sólo en la medida en que cumplen la función social para la que reciben esa ayuda, en igualdad de condiciones con cualquier otra institución, independientemente de su titularidad. Si la Iglesia estimula la atención de enfermos, inmigrantes,  víctimas de violencia de género, si crea y atiende comedores sociales, centros para la reinserción de exdrogadictos o la búsqueda de empleo, colegios de todo tipo, es algo que deberían valorar positivamente cualquier ciudadano que esté de acuerdo con esas labores sociales. A mi me da igual que a un drogadicto lo atienda cáritas o una institución musulmana u otra fundada por un ideario socialista: lo importante es que ayuden a esa persona a salir del abismo en que se encuentra.
Hay muchos datos contrastados que muestran la impresionante labor social que realiza la Iglesia católica en nuestro pais. Tantos que seguir atacando a la Iglesia en este terreno es sólo propio de personas ignorantes o muy sectarias. Solo en educación, los colegios concertados de la Iglesia católica atienden a 1,3 millones de alumnos y ahorran a las administraciones públicas más de 3.500 millones de euros. Cáritas ha atendido en 2010 a 950.000 personas, la tercera parte de las cuales lo hacía por primera vez. Lo importante no es la inversión económica, sino los miles de voluntarios que intentan mantener la esperanza a cientos de miles de familias que tienen ya poco que perder. Baste un dato para indicar cómo trabajan los voluntarios católicos: el tiempo para concertar una entrevista inicial en los servicios sociales públicos, como media, es de un mes, frente a los cuatro días de los servicios de acogida de Cáritas. El tiempo medio de respuesta para los servicios públicos es de 65 días; de 7 días en Cáritas.
Es tan evidente esa labor que muchas personas poco o nada favorables a la Iglesia no tienen inconveniente en marcar la X en su declaración de la renta. El año pasado lo hicieron casi 7,5 millones de contribuyentes, unos 200.000 mas que en 2010, pero aún son muchas las necesidades que cubrir. Está en tu mano colaborar.

1 comentario:

  1. No resultaría complicado estimar la inversión realizada por el conjunto de los voluntarios de Cáritas, en relación a su tiempo y esfuerzo; además de sus recursos profesionales, económicos y sociales. Estos datos ayudarían a muchas personas a comprender mejor, el incalculable valor del amor de Dios.

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