sábado, 16 de marzo de 2019

Cambio de perfil

Después de 7 años escribiendo casi semanalmente en este medio, he decidido reorientar un poco mi actividad "bloguera", centrándome a partir de ahora en los temas ambientales. Escribiré aquí mucho más ocasionalmente, y sobre todo en relación a libros que me parezca interesante sugerir. Los que tengais interés en seguirme en temas ambientales, la nueva dirección en la que haré las entradas es:

https://blog.ecologiaintegral.org/

Os animo a tod@s los seguidores de este blog a que os deis de alta en el que estoy ahora actualizando. Los temas ambientales afectan a muchas dimensiones y son fuente también de inspiración para los creyentes.

Ocasionalmente también publicaré algunas entradas en el blog de Religión y Libertad:

 https://www.religionenlibertad.com/blogs.html

Gracias por vuestro interés a lo largo de estos años. A vuestra disposición para seguir debatiendo sobre otras cuestiones.


domingo, 10 de marzo de 2019

¿Por qué financiar a la Iglesia?

Esta es una de las primeras cuestiones que plantean los firmes partidarios de una estado laico, entendido naturalmente no como una sociedad donde no manden las autoridades religiosas (en eso estamos todos de acuerdo), sino más bien donde todo vestigio religioso se reduzca a la esfera de lo personal. Como bien sabemos, la constitución española no dice que éste sea un estado laico, ni mucho menos laicista, sino simplemente "no confesional", como por otra parte ocurre en la mayor parte de los países de nuestro entorno (ojo, algunos de amplia tradición democrática, como Reino Unido o Suecia, siguen siendo confesionales). 
Si esto es un estado no confesional, que valora la libertad religiosa como un derecho fundamental, parece razonable que establezca cauces para financiar las actividades que permiten el ejercicio de esa libertad religiosa, en forma y manera que no supongan discriminación para personas de distintas creencias o de ninguna. Eso es precisamente lo que pasa en la mayor parte de los países europeos, que financian de distinta manera el hecho religioso, o mejor dicho las manifestaciones públicas del hecho religioso, o todavía mejor la existencia de lugares de culto y personas que lo ejerzan para que de hecho cualquier creyente pueda manifestar públicamente su fe. Un magnífico repaso sobre cómo los distintos países europeos concretan esa salvaguarda efectiva de la libertad religiosa es el ensayo recientemente publicado por la profesora Silvia Meseguer (2019): La financiación de la religión en Europa, Madrid, Digital Reasons. La autora es profesora de derecho eclesiástico del Estado en la Universidad Complutense y ha trabajado durante muchos años en los mecanismos jurídicos que los distintos países europeos tienen para financiar a las distintas confesiones religosas.
El libro comienza abordando el marco constitucional dónde se integra la financiación religiosa. Tal y cómo asevera la autora, el Tribunal Constitucional ha recalcado en muchas ocasiones que el derecho a la libertad religiosa debe ser entendido como un derecho fundamental, lo que implica no solo su defensa sino también su promoción por parte del Estado. La autora compara los diferentes sistemas europeos de financiación, mostrando sus similitudes y sus diferencias. Son mayores las primeras que las segundas, ya que todas las naciones europeas financian directa o indirectamente a las diversas asociaciones religiosas, quizá con la excepción más notable de Francia. En cada país, la confesión mayoritaria tiene un tratamiento especial, en algunos casos fruto de tratarse de países confesionales, como Grecia, Reino Unido o los países nórdicos. En el nuestro, la financiación principal viene por la vía del impuesto sobre la renta, que cada contribuyente decide libremente asignar a la Iglesia o no. Quedaría pendiente resolver cómo aplicar este criterio a las confesiones minoritarias. 
El libro análiza la fiscalidad de la Iglesia Católica y de las demás confesiones religiosas de nuestro país, señalándose las fuentes de financiación (la del estado no es la única, obviamente) y los esfuerzos de la Conferencia Episcopal por aumentar su transparencia sobre el origen y destino de esa financiación. 
En suma un interesante ensayo para documentarse sobre un asunto que, como en tantos otros que roden a la Iglesia en nuestro país, se dirime más con tópicos y frases superficiales que con conocimiento de fondo, y en donde -así como en otros temas- el tratamiento del Estado a la Iglesia española lejos de ser excepcional es muy similar al que se produce en otros países de nuestro entorno.

domingo, 10 de febrero de 2019

Respetar a las mayorías

No, no me he equivocado en el título. Quiero decir lo que está dicho, porque en este país, tan dado a las paradojas, resulta paradójico que tenga uno que pedir respeto a las convicciones de la mayoría de la población, Lo más razonable en cualquier sociedad es que si hay alguien que pueda quejarse de falta de consideración a sus valores y convicciones sea parte de los grupos minoritarios, pero no es así en España, en donde -quizá por los avatares de nuestra historia- una parte sustancial de nuestro legado cultural resulta para algunos parte de un ideario que rechazan de plano, y que -quiza por ello- ningunean o desprecian sin ningún recato.
Me venían estas ideas a la cabeza viendo ayer un cartel del ayuntamiento de Madrid felicitando el año nuevo chino a esta comunidad asiática, muy activa, pero muy minoritaria en nuestra ciudad. En el cartel no aparecía una cabra ibérica, ni un corzo, por muy populares que sean en España, ni siquiera uno de nuestros queridos jabalíes; no, venía un cerdo, muy simpático y sonrosado por cierto, porque este nuevo año chino se centra en este animal. ¿De qué se sorprende este señor?, se preguntarán algunos al hilo de esta lectura... pues de algo tan sencillo como que el mismo ayuntamiento del mismo municipio de Madrid hace menos de dos meses, nos felicitaba la Navidad con figuras que no tenían nada que ver con la misma, simplemente por evitar el sentido religioso que tienen esas fechas.
Comparando ambas actitudes, uno se pregunta a qué obedece esta incoherencia. Me parece estupendo que se reconozcan las realidades culturales minoritarias, y que se tenga con ellas la deferencia y el respeto que merecen, pero me parece absurdo que no se haga lo mismo con las convicciones culturales mayoritarias de la sociedad en la que vivimos. Es solo un ejemplo, pero muy significativo del estado de cosas al que nos ha conducido nuestra historia del último siglo y medio. Hoy hay una manifestación también en Madrid donde, una vez más, se politiza algo tan propio de cualquier ciudadano de un país como es su sentido nacional y su bandera: ¿por qué hay desunión sobre algo tan básico? ¿por qué llevar una bandera de tu país es sólo de una posición política? ¿por qué otra sigue únicamente aceptando una bandera distinta, anterior a nuestro ordenamiento democrático actual? ¿por qué ser de izquierdas está ligado a despreciar las convicciones religiosas de las personas? ¿por qué lo que suene a tradición cultural a unos les suena a algo trasnochado, cutre?
En algún momento tendremos que superar esa especie de esquizofrenia cultural. Ligar la promoción de los más vulnerables, el avance de la ciencia, la igualdad de género, la conservación ambiental, la honestidad política con una forma de entender la historia y las tradiciones de tu país me parece profundamente dañino. Espero que algún día los superaremos y que los derechos y valores de las mayorías sean también respetados, independientemente de quien gobierne en cada momento.

domingo, 27 de enero de 2019

El racismo a examen

El racismo constituye una de las páginas más vergonzosas de la historia contemporánea. Una ideología del odio y la exclusión que ha marcado las relaciones entre las culturas y las naciones de nuestro tiempo presente. Sobre esta cuestión, que no está todavía completamente superada ni siquiera en las sociedades culturalmente más desarrolladas, escribe el Prof. Jose Alfredo Elía. El resultado es el libro: "Racismo. Historia del peligroso mito de la raza", que publica la editorial Digital Reasons. El libro pretende responder a tres  grandes cuestiones: ¿cuáles han sido los orígenes del racismo?, ¿cuáles son sus bases ideológicas?, ¿cómo demostrar y contrarrestar, con argumentos sólidos, su falsedad de esta ideología?
El origen del racismo está ligado a la justificación intelectual de la esclavitud, que está relacionada con el pensamiento enciclopedido e ilustrado. Buffón acuñó el término raza para designar los distintos tipos humanos y Blumenbach inició la jerarquía de razas situando a la negroide abajo y a la caucásica arriba. Filósofos como Montesquieu, Hume, Rousseau, Hegel,… propusieron argumentos para justificar un comercio de esclavos, que tan lucrativo resultaba a las haciendas de los poderosos. Por otro lado, la expansión colonialista del siglo XIX se justificó en cierta medida por la superioridad cultural y racial. El racismo "científico" se dedicó a medir distintos elementos del cuerpo para demostrar la diferenciación de razas y eventual superioridad de la blanca, al que se suma el nacionalismo en busca de sus propias raíces.
El francés Arthur de Gobineau tiene el triste honor de ser el creador del racismo como ideología. Para él, la raza aria estaría en decadencia debido a su degeneración y mestizaje con otras “inferiores”. Era necesaria pues, una lucha de razas, en que la superior prevaleciera sobre el resto, declaradas inferiores. Ese concepto de lucha, llevará a otros autores a ensalzar la violencia y a anunciar que la historia y la vida no es sino el escenario de batalla en que unos seres aniquilan a otros en una lucha por la existencia (Spencer, Nietzsche,…) Renan declararon a raza la semita como la antirraza, enemiga de la aria. Wagner y Chamberlain, divulgaron las ideas gobinianas por Alemania. La ideología de la raza en cierta medida legitimó la eliminación de los nativos estadounidenses, del este asiático por los rusos, de los territorios vírgenes de Sudamérica por las repúblicas independientes, y principalmente la explotación del continente africano, repartido por las principales potencias europeas. Desde 1933 hasta 1945, Alemania llevó la biopolítica racista a sus máximas consecuencias. Eugenesia, antisemitismo, reproducción y crianza en las granjas del lebensborn, holocausto,… condujeron a la hora de las tinieblas. El fin de la II Guerra Mundial con la derrota del régimen nazi inicia el ocaso de la ideología de la raza.
El autor subraya que el cristianismo católico siempre se opuso doctrinalmente a la ideología de la raza, tanto en sus escritos como en su actividad misionera. De hecho, la jerarquía católica en EE.UU. jugó un papel importante en la lucha por los Derechos Civiles, negándose a aceptar las leyes segregacionistas. Con el fin del Apartheid en Sudáfrica (1994) se puso punto final al último estado racista del mundo.
El libro del Prof. Elia concluye mostrando el panorama actual del racismo ideológico. Indica que actualmente puede afirmarse que no tiene ninguna base científica, como han demostrado científicos de la talla de Jay Gould, Harris, Levi-Strauss, Lewontin o Cavalli-Sforza. A partir de nuestros conocimientos genéticos no es posible aislar "razas puras" ni establecer una jerarquía racial. Hoy en día reconocemos que la biodiversidad es una gran riqueza biológica, y que el hermanamiento de los hombres es la mejor garantía para construir la paz y para el progreso de los pueblos.

sábado, 19 de enero de 2019

Por favor, cultiva el espíritu

Me he encontrado, como siempre me pasa buscando otras cosas, con esta interpretación magistral de uno de los temas más bellos creados para una película, "la Misión", sin duda una de las películas más inspiradoras que he visto en mi vida. Conduce la orquesta el mismísimo Ennio Morricone, el compositor de la banda sonora. Por favor, dedícale 9 minutos de tu tiempo a ver y escuchar esto...



Me parece que es muy difícil escuchar una pieza como ésta sin sentirse emocionado. Si a alguno de mis lectores le pasa, debería empezar a preocuparse, porque algo está mal en su interior. Igual debería aparcar su televisión, su móvil, su tablet, su ipod, su reloj inteligente o todas esas cosas a la vez una temporada y empezar a cultivar una dimensión de su vida sin la que no puede considerarse propiamente una vida humana. Si no somos capaces de emocionarnos ante la belleza es que hay algo en nuestro vida que está atrofiado, y conviene que lo desarrollemos cuanto antes. Cuando a uno le operan una pierna y tiene que estar postrado una temporada enflaquecen sus músculos. Restablecerse implica también fortalecer lo que no ha actuado con normalidad en esa temporada de convalecencia. Quizá nos pase algo parecido con nuestros músculos espirituales. Nos falta leer, escuchar buena música, ver películas interesantes, tener charlas tranquilas con nuestros amigos, pensar, sobre todo pensar, reflexionar sobre nosotros mismos, lo que hacemos o quisieramos hacer.
Leía hace unos días las evaluaciones de un alumno sobre la asignatura de ética ambiental que impartí el pasado curso. Decía que les había hecho pensar en cosas sobre las que no había tenido tiempo de hacerlo. No tener tiempo para pensar sobre lo que es bueno y malo, sobre los valores que configuran la vida de cada uno es cuando menos preocupante."Nunca hagas deprisa lo que es para siempre" dice un pensador latinoamericano, subrayando la importancia de cultivar nuestra dimensión espiritual (De los Santos Salvador Lima Huerta, Inteligencia espiritual, 2013, 81). Necesitamos recuperar la dimensión espiritual, que es la única que realmente nos hace felices.
Es difícil hacerlo si seguimos confiando nuestro ocio a la tecnología, que es por definición inmediata. Necesitamos tiempo para lo esencial. Demorarnos pensando en lo que realmente llena nuestra vida, meditar (orar si eres creyente, no solo contigo mismo, sino con Dios que siempre te escucha). Me sigue pareciendo de gran actualidad el libro clásico de Schumacher, "Lo pequeño es Hermoso", que plantea la necesidad de cultivar nuestra faceta espiritual, mermando la material que -cuando se convierte en protagonista- nos acaba destruyendo por dentro. "Nos dicen en ocasiones que hemos entrado en la era de la "sociedad del conocimiento". Esperemos que sea verdad. todavía tenemos que aprender a vivir pacíficamente, no solamente con al resto de la humanidad, sino también con la naturaleza y, sobre todo, con esos Poderes más altos que han hecho a la naturaleza y que nos han hecho a nosotros. Porque, seguramente, no hemos venido a este mundo por accidente y ciertamente no nos hemos hecho a nosotros mismos" (E.F. Schumacher, Small is beautiful. Economics as if People Mattered, 1973, 22).

domingo, 13 de enero de 2019

Seamos más optimistas, aunque sea un poco

Hemos iniciado el año 2019 con los deseos de que sea un periodo estupendo y que nuestra vida, en alguna de sus dimensiones, sea mejor. No sabemos en qué medida eso ocurrirá, ya que la mayor parte de las cosas que anhelamos dependen de factores que no controlamos (cómo irá el trabajo, la salud, las relaciones de familiares o de amistad), por lo que parece más razonable que nos centremos en lo que sí depende de nosotros. Por eso es una buena receta proponernos algo que haga nuestra vida mejor, algo que vaya en la buena dirección. Ahí nos planteamos dos disyuntivas, por un lado, elegir bien el objetivo y por otro acumular energías para abordarlo. Seguro que tenemos experiencia de propósitos hechos a inicio de año con la mejor intención que se mantienen casi idénticos al acabarlo. Como ganar en cualquer virtud es costoso, vale la pena dedicar algo de tiempo a pensar qué meta vamos a proponemos, y qué medios vamos a utilizar para llevarla a cabo. No hablo aquí de las cosas más comunes en los medios, como puede ser cambiar la dieta o hacer más ejercicio. Me estoy refiriendo a algo que afecte a nuestro modo de ser, a nuestra forma de encarar la vida cotidiana, a ese aspecto de nuestro carácter que nos resulta fastidioso, porque vemos que también fastidia a los demás y acaba por hacernos desagradables.
Cada uno que medite y haga examen, pues esto es muy personal. Pero me permito sugerir un frente en el que todos podemos hacer algo más: contemplar la vida con una visión más positiva. De acuerdo que ser optimista también es cuestión de carácter, pero seguro que todos podemos hacer algo más para ver los vasos medio llenos en lugar de medio vacíos, para valorar las virtudes de quienes tratamos en lugar de sus defectos, para alegrarnos con lo que tenemos en lugar de frustarnos con lo que nos falta. Creo que una actitud de fondo que puede ayudarnos en esta línea es considerar que todo, TODO, lo que tenemos es un regalo, y dar gracias por ello. Cuando alguien es tratado con cariño y considera que es así porque lo merece, el agradecimiento se adormila, y además de obviar el esfuerzo de quien nos manifiesta ese trato afectuoso, solo queda sufrir cuando no lo recibamos. Si asumimos de partida que no merecemos ese trato, cuando no lo recibamos, evitaremos el sufrimiento y cuando lo tengamos, lo valoraremos como un tesoro. Naturalmente esto se aplica a las personas con las que tratamos, pero de modo principal y sustantivo a Dios, que nos regala todos los días muchísimas cosas buenas: la fe, la vida, la salud (aunque sea precaria algunas veces), las personas que nos quieren, la naturaleza, esa casa común, tan bella, y un largo etcétera. Leí hace algún tiempo una frase que me ha dado bastante que pensar: "La religiosidad es, ante todo, la afirmación y el desarrollo del atractivo que tienen las cosas" (Luigi Giussani, El sentido religioso, 1987, 147). Sí, ciertamente ser creyente es ser agradecido, es reconocer que recibimos tantas cosas gratis, de Dios, que nos otorga sus dones, de los demás, de la naturaleza que Dios nos regala.