sábado, 22 de enero de 2011

¿Ya tienes la alegría?

Parece que uno de los síntomas de la crisis que afecta a la sociedad occidental es la pérdida del sentido último de nuestra vida: ¿para qué estamos aquí? ¿le importamos a alguien? ¿tiene sentido el dolor, la injusticia? La crisis no es sólo económica, es sobre todo crisis de confianza, en nosotros mismos y en la sociedad en su conjunto, estamos “desencantados”. La solución para muchos está simplemente en seguir viviendo, en esconder la cabeza bajo tierra y continuar un alocado giro sobre un eje que no conduce a ningún sitio, vivir y dejar vivir, disfrutar del aquí y ahora, Carpe Diem!!
Pero esa actitud no puede durar mucho, antes o después hay contradicciones, hay piezas que no encajan, incluso aunque todo vaya aparentemente bien.
Tanta gente busca la alegría en valores que duran muy poco, en placeres materiales, en dinero, en poder, en fama, en el bullicio del ruido, lleno tantas veces de risas vacías. Esa alegría es hueca, se desvanece fácilmente, y cuando llega la contrariedad, que siempre llega en la vida humana, no hay argumentos más que para la desesperación o quizá la huida. Necesitamos algo más, algo que no nos proporciona el placer efímero o los bienes materiales, algo que tenga raíces más hondas. Muchos lo buscan tal vez en la solidaridad, para sentir que nuestra vida tiene impacto sobre alguien, otros quizá en nuevas formas de espiritualidad, desde el recurso a la Madre tierra, hasta filosofías orientales de distinto signo.
Si ésa es tu situación, yo te invito a que explores un camino que puedes pensar que ya has recorrido, porque lo tienes muy cerca. Viviendo en países de tradición cristiana, parece que sólo puede encontrarse la plenitud en algo nuevo, más o menos esotérico, como si el cristianismo estuviera agotado, cuando tal vez ni siquiera se conoce, cuando sólo se tiene de él un reflejo mortecino, ilustrado quizá por comentarios o lecturas superficiales o por experiencias frustrantes. Si esa es tu imagen del cristianismo, yo te invito a que descubras lo más hondo que tras lo aparente se esconde, que te dejes cautivar por la Alegría, como tituló al itinerario de su conversión espiritual el gran escrito británico C. S. Lewis.
Jesús dice en el Evangelio que nadie podrá quitarnos la alegría, porque nos ha asegurado que está cerca de nosotros, y todo, junto a Dios, encuentra un sentido más profundo. La alegría cristiana no se gasta, pues no depende de nada material, de nada externo a nosotros, ya que Dios está en nuestra intimidad. La alegría convive con el cansancio y el dolor, con la decepción, con la rutina de un día y otro día, de un éxito o de un fracaso, de una contrariedad familiar, de una decepción por el amigo que no se da cuenta... Dios está aquí, con nosotros, eternamente esperando y eternamente accesible. Sólo quiere que le busquemos, que confiemos en El, aunque nuestra razón se rebele, aunque nuestros sentidos sigan mudos. Nos espera, para cada uno, desde siempre. Dios no piensa en las mayorías, ni en las multitudes, sino en cada persona. “Dios sólo sabe contar hasta uno”, decía André Frossard. La raíz de la alegría cristiana es saber que Dios nos quiere, que no somos frutos de la casualidad, de un proceso aleatorio de evolución. Estamos aquí porque Alguien nos ha querido, y ese Alguien es Todopoderoso, y es nuestro Padre, y nos quiere felices de ser sus hijos, aunque a veces no entendamos sus maneras. La alegría del cristiano es saberse querido por Dios y aceptar que su amor nos llene y se desborde en quienes amamos. Está ahí, mírale, lo tienes cerca.

1 comentario:

  1. El cristianismo no es una moral de carácter eudemonista. El universo no tiene como fin último el satisfacer las necesidades y deseos de todos y cada uno de nosotros. Además si un hombre (ser humano, por si alguna feminista u otro estúpido está leyendo)encuentra su centro espiritual en cualquier otra religión, oriental u occidental: que mas da!!!! No son todas lo mismo?? No es el cristianismo la comunidad del amor y la compasion? Aquel que haya encontrado ambos pertenece a la comunidad independientemente de la via a través de la cual haya llegado. La tradición no importa. Sí, tenemos una tradición cristiana importante y que no hay que desaprovechar. Pero tambien es nuestra la tradición griega, con una vision y valores absolutamente opuesta. Amor es la palabra clave, la esencia, no sólo de Dios hacia sus criaturas, sino que cada uno encuentre y haga suyo el amor y la compasion. Felicidad, alegría y demas será entonces consecuencia.

    ResponderEliminar