Luz del Mundo

No es la primera vez que el actual Papa responde a preguntas sobre temas de interés contemporáneo. Ya lo hizo siendo el cardenal Ratzinger, en tres libros que me parecen de gran interés: Informe sobre la Fe (1985), La Sal de la Tierra (1997) y Dios y el Mundo (2000). Los dos últimos respondían a preguntas del mismo periodista que formula las que aparecen en Luz del Mundo, Peter Seewald, aunque en este último resulta más patente su acercamiento a la fe. Quien comenzó como interrogador agnóstico, acabó recuperando su fe cristiana, tal vez gracias al diálogo con el propio cardenal Ratzinger.

En “Luz del Mundo”, el Papa revisa, con sencillez y profundidad a la vez, la situación de la Iglesia Católica tras cumplirse cinco años de su pontificado, aportando también un diagnóstico brillante y esperanzado sobre los retos culturales de nuestro mundo globalizado. El entrevistador cubre un amplio abanico de cuestiones, desde las más cotidianas sobre la vida del Papa y su actividad diaria (a sus 83 años, sigue siendo un trabajador infatigable), hasta los temas más controvertidos que, de alguna manera, han marcado la opinión pública durante su pontificado: los escándalos de abusos sexuales del clero, el levantamiento de la excomunión a los obispos lefrevianos, la controversia con el Islam a propósito del discurso de Ratisbona, y la no menor polémica sobre la visión católica respecto al SIDA y el uso del preservativo. Todos ellos han dado lugar a ríos de tinta en los últimos meses, y todos demuestran que o bien la Iglesia no informa correctamente de su actividad o bien que son muy poderosos los que se empeñan en ensuciar su imagen. Poco o nada se dice sobre la inmensa labor social que realiza (hospitales, escuelas, universidades, centros de acogida de inmigrantes, residencias de ancianos…), muy poco sobre su papel histórico para preservar la cultura occidental, muy poco sobre su esfuerzo ingente para defender los derechos humanos, principalmente el de los más débiles (ancianos, niños no nacidos) y su continua defensa de la libertad religiosa, apenas nada sobre el extraordinario papel jugado por el actual pontífice en las relaciones ecuménicas y el diálogo interreligioso.

Afortunadamente, haya otras fuentes si uno quiere entender las cosas con algo más de profundidad, si quieren saltarse los tópicos y simplificaciones que suelen jalonar las noticias y comentarios sobre la Iglesia. Este libro es una magnífica ocasión para ello. Es fácil de leer, ameno, y trata con detalle todos esos tópicos. Iremos desgranando algunos de ellos a lo largo de estas páginas.

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