domingo, 30 de enero de 2011

Creo para entender

Credo ut intelligam”, decía el bueno de San Agustín: “creo para entender”. La fe es razonable, se apoya en razones, no es fruto de la arbitrariedad de no se sabe quién, que se entretiene inventado preceptos ininteligibles para fastidiar la vida de los hombres. No, la fe es razonable, pero eso no quiere decir que sea racionalista, que pueda demostrarse a través de silogismos lógicos o empíricamente mediante datos medibles en un laboratorio. El contenido de la fe ni es racional, ni es evidente, si no nuestra libertad quedaría reservada a la ignorancia o al empecinamiento. Podemos aceptar o no a Dios porque su presencia es velada, porque nos deja un cierto margen a la confianza. Nos pide que hagamos el esfuerzo de confiar en El. Por eso, aunque podamos llegar a Dios por la razón -contemplando las maravillas de la Naturaleza, la inmensidad y la perfección de lo que observamos, y deduciendo racionalmente de ellas hasta encontrarnos con el Creador-, habitualmente no se llega a Dios por el discurso intelectual sino por la experiencia vital: por el ejemplo de un ser querido, por un choque interior con lo inesperado, por algo aparentemente cotidiano que nos sacude, … Tras la fe viene el entendimiento; las razones fortalecen la fe, pero no la generan.

sábado, 22 de enero de 2011

¿Ya tienes la alegría?

Parece que uno de los síntomas de la crisis que afecta a la sociedad occidental es la pérdida del sentido último de nuestra vida: ¿para qué estamos aquí? ¿le importamos a alguien? ¿tiene sentido el dolor, la injusticia? La crisis no es sólo económica, es sobre todo crisis de confianza, en nosotros mismos y en la sociedad en su conjunto, estamos “desencantados”. La solución para muchos está simplemente en seguir viviendo, en esconder la cabeza bajo tierra y continuar un alocado giro sobre un eje que no conduce a ningún sitio, vivir y dejar vivir, disfrutar del aquí y ahora, Carpe Diem!!
Pero esa actitud no puede durar mucho, antes o después hay contradicciones, hay piezas que no encajan, incluso aunque todo vaya aparentemente bien.

viernes, 14 de enero de 2011

Voces católicas bien documentadas


Me envía un amigo, profesor en Valencia, noticias sobre una incipiente iniciativa para constituir una red de personas interesadas en aprender a dar una respuesta apropiada a los medios de comunicación sobre la postura de la Iglesia católica en distintos temas de interés público. La iniciativa copia a una muy exitosa que diseñaron varios católicos en el Reino Unido ante la visita del Papa Benedicto XVI a ese país. Se trataba simplemente de mejorar la comunicación sobre la Iglesia, entrenando a católicos ordinarios (mujeres y hombres de distintas profesiones) a presentar su fe de modo vivo y atrayente, adaptado al lenguaje de los medios de comunicación.

sábado, 8 de enero de 2011

La persecución silenciosa

Nuestra sociedad es especialista en la denuncia. Buena parte de los programas de noticias se centran en conflictos legales de distinto tipo, en los que la reivindicación de derechos individuales son parte protagonista. Aunque este enfoque puede dar lugar a exageraciones, creo que debemos felicitarnos que seamos cada vez más sensibles a las injusticias y que tengamos una creciente tendencia a reparar aquéllas que ocurren en medio de nosotros. Pero al igual que sucede en otros aspectos, nuestras denuncias no siempre son equilibradas. Hay temas que resultan más “de moda”, donde parece que reivindicar un derecho va a ser fácilmente aceptado por todos, mientras en otros aspectos la injusticia se acompaña de un cierto silencio de complicidad.

lunes, 3 de enero de 2011

Luz del Mundo

No es la primera vez que el actual Papa responde a preguntas sobre temas de interés contemporáneo. Ya lo hizo siendo el cardenal Ratzinger, en tres libros que me parecen de gran interés: Informe sobre la Fe (1985), La Sal de la Tierra (1997) y Dios y el Mundo (2000). Los dos últimos respondían a preguntas del mismo periodista que formula las que aparecen en Luz del Mundo, Peter Seewald, aunque en este último resulta más patente su acercamiento a la fe. Quien comenzó como interrogador agnóstico, acabó recuperando su fe cristiana, tal vez gracias al diálogo con el propio cardenal Ratzinger.

sábado, 1 de enero de 2011

Para empezar el diálogo

Vivimos en un país culturalmente cristiano, aunque todo parezca indicar que se trata de una cultura superada, ajena a los intereses y la organización de nuestro mundo cotidiano. Sin embargo, la impronta de nuestro legado cristiano está presente todavía hoy en múltiples manifestaciones públicas, desde muchas festividades (Navidad, Semana Santa), hasta nuestra toponimia (cuántas ciudades y pueblos tienen nombre de santos),o  nuestras expresiones (el “Benjamín” de la casa; gracias a Dios…), o nuestro mejor arte (catedrales, pintura, escultura…). Muchas personas no entienden qué significan esos elementos, porque apenas conocen el cristianismo, ni como religión, ni siquiera como fenómeno cultural. Peor a veces que el desconocimiento, es el pretendido conocimiento, que resuelve en tópicos y despacha con cuatro simplezas, aspectos históricos y actuales de gran calado.