domingo, 10 de marzo de 2013

Insultar a la Iglesia es gratis

Estos días suponen para los católicos un periodo de especial incertidumbre y esperanza, ante la elección de un nuevo pastor que guiará a la Iglesia en los próximos años. La noticia trasciende el interés religioso y ocupa la portada de la mayor parte de los medios de comunicación social. Naturalmente uno no espera que en todos se cite elogiosamente a los cardenales que van a elegir al nuevo pontífice, pero sí al menos que se les tratara con el mismo respeto que se exige a cualquier persona que mantiene por medios honestos sus ideas. Las continuas referencias a la pederastia por parte de tantos medios distan mucho de asegurar ese respeto. Si cada vez que sale alguna autoridad en la Iglesia se asocia la noticia a un caso más o menos lejano, circunstancial o simplemente erróneo, no deja en el fondo de transmitirse un mensaje nefasto, además de marcadamente injusto sobre una institución que, no lo olvidemos, ha sido y sigue siendo la que más recursos materiales y personales dedica a la educación, la atención y el bienestar de los niños en todo el mundo.
Imagínense qué pasaría si cada vez que salen noticias de un homosexual, alguien citara la posible conexión entre homosexualidad y pedarastia, basada en datos que pudieran considerarse más o menos fidedignos. Ciertamente hay pedarastas que son homosexuales, pero de ahí a pensar que todos los homosexuales son pedarastas o todos los pedarastas homosexuales va un abismo que convertiría en criminal a cualquier persona por el hecho de ser homosexual. ¿Se imaginan qué ocurriría si algún personaje público estableciera esa relación? ¿qué cantidad de colectivos protestarían de la manera más airada? ¿qué recriminaciones públicas llevarían consigo esas afirmaciones?
Si ahora cambiamos el término homosexual por el de sacerdote, me parece que se entenderá mejor a qué quiero referirme, y sin embargo, los medios siguen insistiendo en la relación entre pedarastia y sacerdocio, basados en casos aislados, de países concretos, generalizando de la manera más simple y deshonesta, sin preocuparse lo que puede suponer eso para muchos sacerdotes que no tienen absolutamente nada que ver con ese fenómeno y serán vilipendiados, quizá hasta físicamente, por ello.
A cualquier católico le produce verguenza y profundo dolor que un sacerdote haya abusado de los más inocentes. Los casos son muy dolorosos pero son los que son: unos pocos cientos entre los cientos de miles que, desgraciadamente, ocurren cada año y nada tienen que ver con los sacerdotes católicos. La proporción de sacerdotes pedarastas es mucho menor que la de casados pedarastas, maestros pedarastas, jueces pedarastas o cantantes pederastas. A la vez, la proporción de pedarastas sacerdotes es inmensamente más baja que la de otros colectivos a los que nadie parece vincular con esos comportamientos delictivos. Insultar a la Iglesia parece que resulta más sencillo y más aceptable socialmente que a otras instituciones o grupos de personas. Estamos en una sociedad plural donde cada opinión es respetable, pero todavía es más respetable la dignidad de cada persona, la presunción de su integridad moral y el respeto a la verdad de los hechos.

5 comentarios:

  1. Muy cierto lo que dice Emilio. Por alguna razon habia desaparecido su vinculo de mi blog...Nuevamente lo aficho en m sitio personal. Placer de leerle, saludos desde Canada.

    ResponderEliminar
  2. Don Emilio, felicidades por su Blog.

    Me ha parecido muy interesante este artículo, sin embargo, me gustaría realizar un comentario relativo a la pederastia de la curia católico-romana.
    El problema ya no es lo que haga o deje de hacer un sacerdote con un niño, cosa vergonzosa y dolorosa como bien usted dice. El problema es la pasividad de la Iglesia ante tales atrocidades. Dios me libre de criticar a la masa de fieles, que con su fe sienten una mano que les guía. No. Mi crítica va dedicada a los estamentos más altos de la Iglesia. El encubrimiento reiterado de estos actos, la no excomunión de los culpables de estos delitos, unido a la predicación de castidad y amor al prójimo, causan en mi más que repulsión. El mismo católico debería de atacar duramente a la pederastia, pidiendo la cabeza de aquellos pescadores de hombres que hayan abusado de un niño.
    Me parece vomitivo el edicto Crimen Sollicitationis, y aún más que exista gente que comparta las ideas que en el aparecen. Mucho hablamos de la vida de los nonatos, que sí que es algo que hay que tener en cuenta, pero olvidamos la de los vivos. ¿Quién merece más ayuda? ¿Un niño abusado o un sacerdote pederasta?
    Usted podrá replicarme con lo del perdón del pecado y demás, pero hay cosas que no tienen perdón. Para unas situaciones determinadas tomamos la Biblia al pie de la letra, y para otras, elegimos reescribirla.
    Encuentro bondad y ganas de ayudar en muchísimos actos religiosos (no solo en la religión Católica-apostólica-romana), sin embargo también encuentro sadismo y barbarie. Quiero pensar que su Dios no permitirá que la mente de los que creen en él no se deje empañar por una minoría malvada.
    Quiero imaginarme una Iglesia a la que no me de vergüenza pertenecer.
    Cada vez más, los creyentes católicos fabrican un Dios a su medida, y no recuerdan que al final todos vamos a la misma tierra.
    Es el católico el que tiene que revelarse contra las injusticias de la curia. Los que no lo somos no tenemos voz en esa organización. Son ustedes el futuro de la Iglesia. Traten de que ese futuro sea prometedor.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el comentario. Me parece que usted abunda en la hipótesis de que toda la curia, incluso cualquier obispo, es sospechoso de encubrir la pedarastia, y eso me parece una simplificación que poco tiene que ver con la verdad. En mi artículo intentaba indica que esa presunción de culpabilidad parece que sólo se aplica a la Iglesia y eso me parece muy injusto. Como indicaba en mi entrada, a todos los católicos nos averguenzan los actos de abuso de niños que hayan cometido eclesiásticos, y la falta de prudencia de muchos obispos en el tratamiento de esas depravaciones, pero también debería usted recordar que ha habido muchas denuncias falsas, que han hundido moralmente a sacerdotes que nunca cometieron ningún abuso. Los católicos no vemos a la Iglesia como una sociedad de santos, sino de pecadores que buscan la santidad; que haya habido errores históricos no es para escandalizarse, sino para descubrir nuestra debilidad. De ahí al sadismo y barbarie que usted cita creo que hay un largo recorrido, que la inmensa mayoría de los católicos, consagrados y laicos, no han recorrido. Mas bien estoy convencido, con los hechos históricos y no con la imaginación, de que el rastro moral de la Iglesia es muy positivo, de que ha hecho muchos más santos que perversos, de que ha difundido mucho más el bien que las tinieblas.
      Sobre el edicto que usted cita, le recomiendo la lectura de un artículo de especialistas en derecho canónico. No siempre lo que dice un conjunto de rock es la mejor fuente para informarse sobre estos temas.

      http://www.iuscanonicum.org/index.php/derecho-penal/delitos-y-penas-en-particular/375-el-crimen-sollicitationis-o-delito-de-solicitacion-en-la-iglesia-catolica.html

      Eliminar
    2. Gracias por su respuesta.
      En primer lugar, me gustaría indicar que cuando dije sadismo y barbarie no me refería a actos lejanos en el tiempo, sino actuales. Disculpe si me he explicado mal. Los tiempos pasados, pasados son. Ya sean más o menos repudiables, como bien dice usted, sirven para aprender de las debilidades.

      Con respecto al artículo que usted me indica, y tras leerlo detenidamente (soy parco en conocimientos de derecho), me he dado cuenta de dos cosas:
      -Usted es profesor en la Universidad de Alcalá, y como tal, supongo que recomendará a sus alumnos el uso de información no sesgada. Pues bien, si no erro, el autor de su artículo es Don Pedro María Reyes Vizcaíno. Este señor pertenece al Opus Dei, y es sacerdote en Buenos Aires. Por tanto, es posible que su opinión no sea la más adecuada para consultar.
      -Guiándome con el enlace que usted me ha proporcionado, en el apartado de "Procedimiento de Denuncia", aparece el artículo nº11. En él hablan del secreto del Santo Oficio. Este dice que "todas las personas asociadas de algún modo con el tribunal, o conocedoras de estos asuntos por razón de su oficio, están obligadas a observar inviolablemente la más estricta confidencialidad". Esto es que una persona perteneciente a la curia, no puede denunciar una violación o un intento de violación del sexto mandamiento a nadie que no sea de la misma curia, que a su vez les pasa lo mismo. Esto es cuanto menos indignante. Es como si yo veo un crimen y solo puedo denunciarlo a una piedra. Y si como dice el artículo, la víctima acude a la justicia civil, la Iglesia, según Don Pedro María, no podría ayudar a dicha víctima, sino que se mantendría al margen. Y de igual forma, si un sacerdote valiente se levantase para ello, sería excomulgado. Yo no veo justicia ni honor en este edicto.

      Para finalizar, ruego que no vuelva a pensar que mis fuentes son un conjunto de rock. Evítese esos intentos de desacreditar, pues lo único que hace es rebajarse. Creo que tiene suficiente cabeza para intentar rebatirme sin pisar esos charcos.

      Un saludo.

      Eliminar
    3. Le agradezco su respuesta. En primer lugar, le ruego me disculpe por la última referencia que hice en mi respuesta. Tal y como está redactado, efectivamente parece que estaba asumiendo que usted había utilizado la canción de un conjunto de rock, pero no pretendía indicar esto, sino simplemente decir que en este tema se manejan muchos tópicos que se basan en información muy parcial y a veces superficial. De hecho el enlace al grupo rock al que aludía fue uno de los primeros que me salió al hacer búsquedas sobre el canon al que hacía usted referencia.
      Yo tampoco soy experto en derecho canónico, pero el artículo al que me refería indica que la obligación del secreto del proceso tiene el origen inicial de proteger al penitente, y no de "callarle la boca", como parece indicarse, pues todo penitente tiene derecho a que su confesión sea secreta. Por otro lado, la excomunión sería, en primer lugar, para el sacerdote que haga proposiciones deshonestas a su penitente. Como le decía, ha habido muchos casos también de sacerdotes injustamente denunciados, que han supuesto la denigración moral de una persona que posiblemente había dedicado su vida a los demás. Reconocerá usted conmigo que esto también es un drama, del que nadie habla. Si todo el mundo tiene derecho a la presunción de inocencia, ¿por qué no un sacerdote? Usted también sabe que los casos condenados, donde se han demostrado con pruebas las acusaciones, son una pequeña proporción de los denunciados. Insisto, no estoy disculpando esas conductas tremendas (tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI ya emplearon términos muy duros para quien comete esos crímenes), sino intentando ser razonablemente objetivo.
      Le he puesto un enlace a una revista de derecho canónico, que se parece lógico pensar que son expertos en esos temas. Si a usted le parece que porque el autor sea del Opus Dei o esté en Argentina, eso le quita autoridad académica, es una suposición cuando menos curiosa. Yo desconocía ambas circunstancias. Procuro dar a mis alumnos la información mejor que tengo. Como digo, de este tema específico, parecía razonable citar mejor la web de una revista científica que la de un conjunto de rock, aunque fuera ésta más visitada.
      Saludos cordiales,

      Eliminar