La costa de Benidorm |
Obviamente el caso del tranvía de Alicante no es la única, ni seguramente la más cuantiosa de las infraestructuras que hemos hecho en este país aprovechando la bonanza económica. Creo que nos ha faltado sabiduría, para saber de dónde veníamos y a dónde teníamos que ir, para conocer nuestras limitaciones y aliviarlas cuando había recursos para ello, para distinguir entre gastar e invertir: gastar es comprar bienes para consumirlos, invertir es gastar en personas o recursos que rinden beneficios a medio y largo plazo. Ahora estamos lamentando esas actitudes, y difícilmente nos explicamos cómo hemos llegado aquí. Echamos la culpa a los banqueros -que la tienen, y mucha-, a los políticos -impresentables, en una buena parte-, a los funcionarios -entre los que efectivamente hay algunos poco responsables-, e incluso a la Iglesia -que no sé bien qué tiene que ver con este "fregado": lo importante es buscar algún responsable que no seamos nosotros mismos. Debemos en algún momento reconocer que somos un país de escasos recursos y aprovechar los que tenemos, los que hemos ido fraguando en este tiempo, aprender de las lecciones recientes, reforzar nuestras potencialidades y, sobre todo, no perder lo mejor que tenemos: tantos jóvenes bien formados, con iniciativa, que están marchandose de nuestro país para buscar un futuro más prometedor. Estamos en horas bajas, pero dependemos de nosotros mismos (no solo de los alemanes) para salir de este hoyo que nosotros mismos hemos cavado.
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