domingo, 26 de agosto de 2012

El cocodrilo saltarín

Sigo estos días por Australia, combinando trabajo con algún que otro día de excursión. En el norte del país, la zona tropical cercana a Darwin, donde he pasado unos días, hay dos elementos naturales que me han resultado de especial interés: la gran superficie que se quema anualmente y los cocodrilos. Lo primero tiene que ver con el clima y la vegetación que domina en esta zona, así como con la historia de la colonización de estas tierras. La mayor parte se quema anualmente, la mayor parte de los fuegos son de origen intencionado, y pretenden evitar fuegos mayores, ya que se quema en la época del año en que la vegetación todavía no está muy seca, lo que permite reducir el combustible vegetal que de otra manera tendería a quemarse en condiciones más extremas.
En cuanto a los cocodrilos, sin duda se trata del animal más emblemático en esta zona del país (algún canguro que otro también hay). Después de un periodo de caza masiva, ahora están protegidos por ley, lo que ha permitido aumentar su población de 3.000 a 150.000 en los últimos 30 años. Los cocodrilos australianos son más grandes que sus parientes africanos, miden hasta 7 metros de longitud, y tienen la curiosa capacidad de nadar tanto en agua salada como dulce. Esto es un pequeño inconveniente para los turistas, que solo pueden bañarse en lugares muy concretos, donde haya seguridad de barreras protectoras. La cantidad de cocordilos capturados en las costas cercanas a Darwin hace poco atractivo bañarse en estas aguas. De los rios mejor no aventurarse mucho: el último turista que dijo algo así como "este rio se puede cruzar a nado sin problemas", sirvió de desayuno improvisado a varios de estos animales.
Varios paseos fluviales para turistas permiten ver a esos impresionantes animales en su ecosistema natural. Como suelen ser esquivos y nadan a ras de agua, estos minicruceros fluviales suelen incluir un numerito para que los turistas aprecien mejor las dimensiones y fuerza de estos animales. Ofrecen carne a cierta altura para que el cocodrilo de turno haga una demostración de su flexibilidad, hirguiéndose a una altura bastante notable delante de los impresionados turistas. Le llaman "cocodrilos saltarines", pero en realidad no saltan, sino que se apoyan en su inmensa cola para despegar parte de su cuerpo del agua. El espectáculo es interesante, sin duda, aunque esté algo apañado. Se imagina uno lo que sería ver saltar de esa manera a estos animales en pos de alguna presa viva, incluyendo algún humano despistado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario