Iglesia de la Exaltación de la Sta. Cruz en Kazán (Rusia) |
Afortunadamente quedan ya lejos los periodos de la Historia en donde las divergencias entre los cristianos les llevaban a enfrentarse violentamente. A mi modo de ver, las guerras llamadas de religión (principalmente en el s. XVII) utilizaron a la religión como excusa para la disensión, puesto que había en los dos bandos estados europeos que, por su confesión religiosa, deberían haberse pasado al contrario.
Actualmente los cristianos seguimos divididos, pero las relaciones entre las distintas iglesias cristianas suelen ser cordiales, gracias al creciente interés por el ecumenismo y, tal vez, también a la reacción frente a un mundo occidental cada vez más secularizado. Las dos grandes brechas del cristianismo fueron el cisma de oriente y la reforma protestante. La primera tuvo mucho de malentendido, soberbia mutua y tensiones políticas entre la cristiandad latina y la griega: doctrinalmente somos la misma cosa al 99% (si se me permite la expresión). La reforma protestante, que mas que reforma fue ruptura, creó una división más honda, al proponer modificaciones muy sustanciales en la consideración tradicional sobre los sacramentos y el concepto de iglesia. El germen de la reforma fue la crítica a una estructura que Lutero consideraba corrompida, pero sobre unas bases que extendieron la crítica hasta situaciones casi ridículas, ya que el número de iglesias protestantes se cuenta por miles. La unidad parece lejana, pero es un anhelo que todos los cristianos tenemos. Conocerse y comprenderse, un magnífico libro sobre el ecumenismo, me parece un buen lema para enfocar esas relaciones de una manera más cercana al Evangelio.
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