domingo, 1 de julio de 2012

La unión de los cristianos

Iglesia de la Exaltación de la Sta. Cruz en Kazán (Rusia)
Como comentaba en mi última entrada, he estado recientemente en Rusia por un viaje profesional. La mayor parte de los días que estuve allí no pude asistir a la Santa Misa, ya que la ciudad en la que residía (Yoskar-Ola, para ser más exactos) no tiene iglesias católicas. El día previo a viajar a esta ciudad, pasé unas horas en Kazan, antigua capital de los tártaros, donde sí tuve oportunidad de asistir a misa, precisamente el domingo. Tuve la suerte de encontrar los datos de un sacerdote argentino, el Padre Diógenes, misionero allí en los últimos 17 años, que muy amablemente me contestó enseguida con los horarios de las misas dominicales. Como el horario no me encajaba en el plan del viaje (tenía que unirme al grupo principal en la propia ciudad), incluso se ofreció a celebrarme la misa a mi solo, aprovechando la estancia temporal allí de otro sacerdote argentino. Por si no fuera poca aventura el asunto, el plan dominical se puso todavía más emocionante cuando me dirigí con el taxi a la dirección de la iglesia, para comprobar que se trataba de una dirección antigua, y que allí solo había un templo ortodoxo. Como mi ruso no da ni siquiera para dar los buenos días, la situación estaba bastante apurada. Con el mapa de la iglesia y una buena dosis de paciencia, conseguí que el sacerdote ortodoxo entendiera que quería ir a misa católica. El hombre fue tan amable que llamó al sacerdote católico, le informó de mi despiste y pidió a un feligrés que había por allí que me llevara en coche al templo católico (que reproduzco aquí). Quedé muy agradecido a ambos, el sacerdote anónimo ortodoxo y al padre Diógenes, que por cierto son muy buenos amigos.
Afortunadamente quedan ya lejos los periodos de la Historia en donde las divergencias entre los cristianos les llevaban a enfrentarse violentamente. A mi modo de ver, las guerras llamadas de religión (principalmente en el s. XVII) utilizaron a la religión como excusa para la disensión, puesto que había en los dos bandos estados europeos que, por su confesión religiosa, deberían haberse pasado al contrario.
Actualmente los cristianos seguimos divididos, pero las relaciones entre las distintas iglesias cristianas suelen ser cordiales, gracias al creciente interés por el ecumenismo y, tal vez, también a la reacción frente a un mundo occidental cada vez más secularizado. Las dos grandes brechas del cristianismo fueron el cisma de oriente y la reforma protestante. La primera tuvo mucho de malentendido, soberbia mutua y tensiones políticas entre la cristiandad latina y la griega: doctrinalmente somos la misma cosa al 99% (si se me permite la expresión). La reforma protestante, que mas que reforma fue ruptura, creó una división más honda, al proponer modificaciones muy sustanciales en la consideración tradicional sobre los sacramentos y el concepto de iglesia. El germen de la reforma fue la crítica a una estructura que Lutero consideraba corrompida, pero sobre unas bases que extendieron la crítica hasta situaciones casi ridículas, ya que el número de iglesias protestantes se cuenta por miles. La unidad parece lejana, pero es un anhelo que todos los cristianos tenemos. Conocerse y comprenderse, un magnífico libro sobre el ecumenismo, me parece un buen lema para enfocar esas relaciones de una manera más cercana al Evangelio.

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