Estoy estos días en Rusia, participando en una reunión de mi especialidad científica. Concretamente hoy mismo hemos estado viendo algunas de las zonas afectadas por los incendios de 2010, consecuencia de una de las sequías más graves que se ha registrado en el valle del Volga. La excursión ha sido muy interesante desde el punto de vista ambiental, pero también del humano, pues ha sido una manera natural de tratar con mayor cercanía a científicos rusos con los que uno habitualmente no se relaciona. He de reconocer que venía con varios tópicos en la cabeza, consecuencia lógica de la información que recibimos en España sobre este pais, y de mi propio desconocimiento del mismo. Los extranjeros que me acompañan coinciden con mis primeras impresiones: los rusos son gente generalmente muy amable, dispuestos a ayudar y bien organizados en su trabajo (con la excepción, todo hay que decirlo, de algunos restaurantes, donde parece regir la máxima: "si tienes prisa, vete a un McDonald".
Ahora también quería comentar lo que ha supuesto en comunismo en este país, de raíces cristianas que está ahora recuperando. Son varios los asistentes que han comentado la inquina con que perseguian a la Iglesia (en este país, quiere decir a la iglesia ortodoxa), destrozando templos por doquier. Muchos de ellos se han reparado o re-edificado en los últimos años, en los que parece revivir un interés por el cristianismo. Difícil es borrar la huella cristiana que una cultura tan profunda como para producir genios de la literatura como Pushkin, Gogol, Tolstoi o Dostoyevski. Ahora las iglesias muestran su esplendor pasado, renuevan sus iconos y sus devotos, incluido gente joven que también acogen la fe como parte de la nueva sociedad rusa. Nada es perfecto, hay sombras en las luces, pero es un aire distinto al que sopla en la vieja Europa.
Ahora también quería comentar lo que ha supuesto en comunismo en este país, de raíces cristianas que está ahora recuperando. Son varios los asistentes que han comentado la inquina con que perseguian a la Iglesia (en este país, quiere decir a la iglesia ortodoxa), destrozando templos por doquier. Muchos de ellos se han reparado o re-edificado en los últimos años, en los que parece revivir un interés por el cristianismo. Difícil es borrar la huella cristiana que una cultura tan profunda como para producir genios de la literatura como Pushkin, Gogol, Tolstoi o Dostoyevski. Ahora las iglesias muestran su esplendor pasado, renuevan sus iconos y sus devotos, incluido gente joven que también acogen la fe como parte de la nueva sociedad rusa. Nada es perfecto, hay sombras en las luces, pero es un aire distinto al que sopla en la vieja Europa.
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