domingo, 25 de septiembre de 2011

El Derecho y la Justicia

Hace pocas semanas escribía en este blog sobre mis impresiones de la JMJ y particularmente sobre el encuentro que tuvimos con Benedicto XVI en el Escorial. Además de esas impresiones personales, muy gozosas por cierto, insertaba el enlace al discurso que pronunció el Papa en ese acto, un verdadero compendio de lo que debería ser la Universidad como institución educativa. Entre los amigos a quienes mandé mis reflexiones, a una investigadora le picó la curiosidad mis comentarios y se decidió a "pinchar" el enlace al discurso, leyéndolo esa misma. Su sorpresa fue bastante notable. Me confesó que nunca había leído nada de Benedicto XVI, pero que quedó muy gratamente impresionada por las palabras del Papa y que estaba de acuerdo con lo que allí se decía.
Pensaba estos días en lo ocurrido a mi amiga, ante la visita del Papa a su tierra natal. A juzgar por los medios, Benedicto XVI no es recibido cordialmente por sus paisanos, y Alemania se presenta como un territorio particularmente hostil al renacimiento católico que encabezó Juan Pablo II e intenta continuar el actual pontífice. Las primeras noticias no son tan desalentadoras y parece que, también entre los que no piensan como él, hay reconocimientos públicos de  la hondura y trascendencia del mensaje de Benedicto XVI.
Siguiendo el ejemplo de mi amiga investigadora, invito a los lectores de estas líneas a que pinchen este enlace y lean personalmente a una de las cabezas más brillante de nuestros días. La lección del Papa en el
Parlamento alemán es un texto antológico sobre el Derecho, sus fundamentos y su salvaguarda. En esencia, a mi modo de ver, el mensaje del Papa a los diputados alemanes puede resumirse en varias ideas:
1. El fundamento del Derecho es la justicia, que se ancla en la ley natural, esto es en cómo son realmente los seres humanos. Legislar mediante mayorías es un medio eficaz de llegar a consensos, pero traicionaría al ser humano si el resultado contraviene su esencia más profunda. Recuerda el Papa que un parlamento democrático eligió al régimen más sanguinario del siglo XX.
2. A la ley natural puede llegarse por la razón. La filosofía no puede aislarse del derecho. La justicia no es arbitraria, no es fruto del acuerdo, sino de la realidad de las cosas. Pueden ponerse de acuerdo unos académicos de la lengua y acordar que hacer se escriba sin hache, pero no pueden hacer lo mismo unos legisladores para decidir que una persona con minusvalías no es un ser humano por que lo es, por su naturaleza, independientemente de que alguien (o muchos) duden de la misma.
3. Aceptamos la ley natural en nuestro interés por conservar la naturaleza. La ecología es un intento excelente de decir al ser humano que no puede hacer todo lo que puede hacer, que hay límites éticos basados en la naturaleza. De la misma forma, existe una ecología humana, anclada en la verdad de nuestra naturaleza.
4. La defensa de estos valores naturales no es un intento de imponer nuestra fe a nadie. El cristianismo no es una religión normativa de la sociedad, no lleva consigo un código legislativo, como hace el Islam o el judaísmo. Desde los orígenes, los juristas cristianos han insistido en que la fuente del derecho no es la Revelación (la Biblia), sino la Naturaleza (filosofía). "La cultura de Europa -acaba su discurso el Papa- nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma; del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico".

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