Hoy es 25 de marzo, el día internacional de la vida. Es momento de rendir homenaje a tantos niños y ancianos que mueren por la decisión de otros; es momento de seguir clamando y actuando para apoyar el movimiento abolicionista. Las cifras de abortos son muy tristes. Según un estudio de la revista Lancet con datos de 2003 se contaban 42 millones de abortos en el mundo (4 menos que en 1995). Esto supone 4800 abortos diarios; 80 al minuto. Por cada 100 embarazos, 20 acaban en aborto en promedio mundial; con el triste record de la Europa del Este donde alcanzan el 45%. Cada día son abortados 40 niños que pasan del quinto mes de embarazo.
En España los últimos datos del Ministerio de Sanidad indican que se abortan anualmente
a 111.000 niños, con lo que puede considerarse como la principal causa de mortalidad en nuestro país. Con la misma fuente, puede afirmarse que el 98% de los abortos se realizan en centros privados. El 97% se justifican por motivos de salud materna. Por violación abortan el 0.02% de las mujeres. En Inglaterra el 90% de los niños Down son abortados en alguna fase de su desarrollo (incluso hasta las 28 semanas).
a 111.000 niños, con lo que puede considerarse como la principal causa de mortalidad en nuestro país. Con la misma fuente, puede afirmarse que el 98% de los abortos se realizan en centros privados. El 97% se justifican por motivos de salud materna. Por violación abortan el 0.02% de las mujeres. En Inglaterra el 90% de los niños Down son abortados en alguna fase de su desarrollo (incluso hasta las 28 semanas).
Estos son los tristes datos. A nosotros cabe seguir trabajando para cambiar la mentalidad abortista, como cambiaron la mentalidad esclavista los abolicionistas del siglo XIX. Puesto que conozco muchas personas razonables que son partidarios de no prohibir el aborto, es evidente que ellos ven las cosas de otra manera, que no les queda claro que se está suprimiento una vida humana, la vida de una persona que tiene la misma dignidad, pero desgraciadamente no los mismos derechos que nosotros. Todavía queda mucho por hacer para cambiar la mentalidad de quienes no ven compatible la defensa de los derechos humanos y el aborto, o incluso piensan que la opción de abortar es un derecho humano.
El aborto es un no a la vida, es una negación, y una negación no puede resolver un problema, sino que es un problema en sí mismo, mucho mayor que su causa. El aborto no es una solución, como no lo es la pena de muerte o la tortura.
El aborto es un no a la vida, es una negación, y una negación no puede resolver un problema, sino que es un problema en sí mismo, mucho mayor que su causa. El aborto no es una solución, como no lo es la pena de muerte o la tortura.
El aborto no es cuestión de derechas o de izquierdas, de religiosos o de ateos, es cuestión de vivos y muertos. Si queremos estar con los vivos, tenemos que pregonar el enorme bien de la vida; lo hermoso que es recibir cada niño como un tesoro inmerecido. No tenemos derecho a un niño; no son objetos, sino seres humanos que merecen todo nuestro cariño y protección, tengan seis años o seis meses. No es negociable la vida humana. Son personas, pequeñitas, pero personas, que desarrollarán los mismos talentos, ingenio y bondad que cualquiera de los que vivimos ahora.
¿Quién se puede arrogar el poder de decidir sobre la vida de los demás? Podemos recordar el pasaje de la novela de Dickens, Canción de Navidad, donde el fantasma regaña al miserable y roñoso Scrooge: "¿Vas a decidir tú quién va a vivir y quién va a morir? Bien puede ocurrir que, vistas las cosas desde el Cielo, tú vales menos y eres menos digno de vivir que millones de gentes como el hijo de ese pobre. ¡Oh Dios mío! ¡es como oír a un insecto que está en la hoja condenar que haya tanta vida entre sus hermanos hambrientos que están en el polvo!".
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