domingo, 8 de mayo de 2016

Realidad e ideología

Todos estamos influidos por nuestras propias ideas pre-concebidas, literalmente por nuestros "prejuicios". Eso nos lleva a juzgar la realidad que nos circunda con un cierto sesgo. Nos cuesta aceptar cosas que vayan en contra de nuestras teorías, en lugar de plantearnos la solidez de éstas. Mirar la realidad con sentido crítico debería llevarnos a actualizar nuestro pensamiento cuando el número de evidencias sea lo suficientemente claro, en lugar de empeñarnos en seguir extrayendo conclusiones marginales a partir de nuestra interpretación a priori de lo que ocurre. Ciertamente, éste es también un freno importante para el diálogo entre personas que piensan de forma distinta. Con frecuencia en lugar de reflexionar sobre lo que nos dice quien expone otro punto de vista, nos enrocamos en nuestra propia postura, asumiendo que sólo hay una forma correcta -la nuestra, naturalmente- de ver la realidad. Esto disminuye notablemente nuestra capacidad de entender a otras personas y otros fenómenos que no encajan, o lo hacen de manera muy tangencial, en nuestra posición mental. El diálogo implica intercambiar ideas, asumir que las nuestras pueden ser débiles y las del otro convincentes. Aunque naturalmente no se trata de que uno cambie de valores cada vez que habla con personas de otras tendencias, esa actitud abierta nos enriquecerá nuestra visión de la realidad que nos circunda, y seguramente se afianzarán muchas de nuestras convicciones incorporando otros puntos de vista.
Me venían estas cosas a la mente a raíz de un vídeo que me ha enviado un amigo, que muestra con un ejemplo muy sencillo, hasta qué punto vemos lo que estamos dispuestos previamente a ver. Os dejo el enlace.



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