domingo, 13 de enero de 2013

El Bautismo de los niños (y II)

Aprovechando que hoy es la fiesta del Bautismo de Jesús, vuelvo en este blog a tratar el Bautismo de los niños. En mi primera entrada hablaba de argumentos basados en la Sagrada Escritura, pensando principalmente en unos buenos amigos evangélicos que consideran más adecuado esperar que sus hijos decidan por sí mismos si quieren recibir el Bautismo. Hoy hablaré de otros argumentos basados en la Tradición y Magisterio de la Iglesia.
De mi primera entrada, y de los comentarios y discusión subsiguiente a la que dio lugar, parece claro que la Biblia explícitamente ni recomienda ni desaconseja que se bautice a los niños pequeños. Los pasajes que ahí incluí me parece que dan buena prueba que también los primeros cristianos bautizaban a sus hijos pequeños, pero mis amigos parece que no quedaron muy convencidos y ellos interpretan esos pasajes de otra manera. Como de lo que se trata no es tanto de saber si mi interpretación o la suya es la más correcta, sino sobre todo de saber cómo interpretaron los primeros cristianos las palabras de Jesús que ellos mismos escucharon, parece razonable -en éste como en cualquier otro punto de controversia bíblica- saber qué hicieron los primeros cristianos. Tenemos testimonios ya desde el s. II de que los cristianos bautizaban a sus niños pequeños, y son numerosos los textos de escritores eclesiasticos muy antiguos que abogan por esta costumbre. Por ejemplo, el sabio Orígenes (finales del s. II), dice: "La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu” (In Luc. hom. 14, 1.5). Con igual claridad se expresan S. Irineo de Lyon, San Cipriano de Cártago, S. Gregorio Nacianceno y muchos otros (ver, por ejemplo, el libro de Enrique Contreras, El Bautismo, Selección de textos patrísticos, Editorial Patria Grande, Segunda Reimpresión, Buenos Aires 2005: ver otros textos aquí). Claro uno siempre puede argumentar que en el siglo XXI somos más perspicaces que los cristianos del siglo II ó III para interpretar las palabras de Cristo y de sus primeros discípulos, pero la lógica más elemental recomienda lo contrario. Tan sólo Tertuliano, entre los escritores cristianos más antiguos, se muestra contrario a esta práctica.
En cuanto a los documentos oficiales de la Iglesia, la relación podría también ser muy prolija. Para unos padres del s. XXI les debería bastar los puntos que dedica el Catecismo de la Iglesia Católica a este tema (1250-1255). Baste aquí con una frase del punto 1250: "la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento". 
Bautizar a un hijo es simplemente reconocer que la fe es un gran tesoro que estamos transmitiendo a quienes más queremos. No se trata de imponer nada: los chicos serán luego perfectamente libres para decidir practica o no esa fe. Los padres siembran esa simiente, no sólo con el Bautismo, sino también con su vida ejemplar de cristianos, que forma realmente la Iglesia doméstica, en expresión que gustaba mucho repetir Juan Pablo II. Los padres transmiten a sus hijos muchas cosas que juzgan buenas para ellos, desde la misma concepción (ninguno somos preguntados si hemos querido ser concebidos), hasta el alimento, la educación, o los hábitos que consideramos les ayudarán a ser mejores personas.

8 comentarios:

  1. Estimado Emilio, a nuestro parecer, los pasajes que incluiste en la primera entrada no dan prueba de que los primeros cristianos bautizaran a sus pequeños, sino que enfatizan que el bautismo era posterior a escuchar el evangelio y aceptarlo. Los primeros cristianos, son los que encontramos en la Biblia, y por lo que se narra en los versículos estos primeros cristianos: oían en el evangelio, creían y eran bautizados. Para mantener la pureza del cristianismo, pensamos que es bueno seguir lo que ellos hacían. No obstante es muy importante considerar que todos somos susceptibles de equivocarnos, incluso los primeros cristianos. Pablo tenía esto muy en cuenta puesto que corrige continuamente a distintos cristianos por haberse apartado tan rápidamente de lo que él les enseñó. Por ello, pensamos que lo correcto es ver qué dijo Jesús (que es Dios mismo) y las personas que estuvieron con él. La Biblia recoge ejemplos de muchos primeros cristianos que se equivocaron. Por ejemplo, en Gálatas 1:6, Pablo muestra lo sorprendido que está de que algunos primeros cristianos se hubieran apartado tan pronto del evangelio. El versículo 6 de Gálatas 1 dice: “Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente”. Además, dice en el versículo 8 del mismo capítulo: “Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”. Es decir, puesto que todos somos susceptibles de desviarnos del verdadero evangelio, debemos ser muy cuidadosos con lo que creemos. De acuerdo con el último versículo mencionado, el mismo Pablo admite que él puede ser piedra de tropiezo y que si en algún momento lo llega a ser, aconseja que no se le considere sino que lo que él enseñe, sea anatema. Hay muchos otros ejemplos en el nuevo testamento de equivocaciones de los primeros cristianos (algunos comenzaron a dar culto a los ángeles, a imponer normas humanas para obtener la salvación, etc.). Por ello, Pablo estaba continuamente preocupado, ya que era fácil desviarse de lo que Jesús enseñó.
    Precisamente por esto, en el siglo XXI pensamos que es muy importante basarse en la Biblia y no en lo que año tras año se ha podido ir añadiendo o cambiando. Pensamos que esto es la lógica fundamental. Es decir, lo lógico es estudiar en profundidad lo que Dios mismo dice y no lo que hombres han ido añadiendo llegando incluso a promover que sus ideas y la tradición se igualan a la Biblia por lo que se igualan a lo que el mismo Jesús dijo. Esto es peliagudo, y a mi modo de ver, muy preocupante. En esta línea, me parece preocupante creer lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica en el punto 1250 (los padres privamos a un niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios al no administrarle el Bautismo poco después de su nacimiento), por este motivo somos cristianos y seguidores de Jesús pero no católicos. Sinceramente, pienso que esa idea no concuerda con el carácter de Dios puesto que no se puede condenar a un niño de esa forma por la decisión de sus padres. Además de parecer una idea injusta, no corresponde con lo que dice la Biblia en Juan 1: 12: “Mas a todos los que le recibieron (a Jesús), a los que creen en Su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios”.
    Finalizando, estamos de acuerdo contigo en que queremos transmitir a nuestros hijos lo que Dios ha hecho y sigue haciendo en nuestras vidas. No obstante, de acuerdo con lo que dice la Biblia, nosotros no podemos otorgar la fe a nuestros hijos. La fe es un don de Dios (Efesios 2:8” Porque por gracia sois salvos y esto no es de vosotros pues es un don de Dios”) que viene por el oir la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Puesto que la fe viene por el oir la Palabra de Dios, pensamos que es de extrema importancia que aún en el siglo XXI dediquemos un gran esfuerzo en leer la Biblia. Así podremos conocer más a Dios y entender cada día lo que quiere en nuestras vidas.
    En el amor del Señor,
    Sara.

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    1. Muchas gracias por tus comentarios, Sara. Ciertamente tienes razón que algunos primeros cristianos pudieron interpretar mal el Evangelio y desviarse del querer de Jesús, pero eso también pudo ocurrir en el s. XVI o en el s. XXI, y seguramente de modo más probable, aunque sea por la distancia cultural que nos separa de quienes escribieron los textos. Los católicos también leemos la Biblia, y todas las cosas en que creemos están incluidas en la Biblia. Ciertamente algunas no de modo explícito, de ahí la diferencia con otros cristianos, puesto que es la clave es cómo se interpretan las Escrituras, si cada uno o en el seno de la comunidad cristiana, aprovechando el legado histórico que hemos recibido.
      En este tema del Bautismo, he procurado demostrar que la Biblia no niega el Bautismo de los niños, como tampoco lo recomienda explícitamente, aunque hay dos testimonios que a mi me parecen bastante nítidos en esa línea (la familia de Cornelio y la del carcelero de San Pablo). Obviamente cuando las Escrituras se refieren a conversiones de adultos, hay un proceso de aceptación personal, que es precisamente lo que hace la Iglesia cen el caso del Bautismo de adultos. También de acuerdo contigo en que nosotros no damos la fe, sino que es una gracia de Dios. Para nosotros esa gracia se transfiere a través de los sacramentos, que desde luego no creemos que sean meros ritos sociales, como parece que es tu caso. Pareces indicar que Dios sería cruel si negara su gracia a los niños no bautizados. No dice esto tampoco la Iglesia. Solo señala cuál es el camino habitual: de modo extraordinario Dios puede salvar a cualquiera. Si aplicas ese principio, verás que no tendría sentido el bautismo ni ningún otro sacramento. Si Dios salva como quiere, ¿para que bautizarse entonces? Y si es así, porque Jesucristo insistió tanto en que se bautizara a sus los que aceptaban la fe (y a sus familias, como nos indica la Biblia "y todos los de su casa"). Si además los cristianos del s. II lo interpretaban así, me parece que es cuando menos para llevarlo a nuestra oración. Si estás en lo cierto y bautizas a tus niños, ¿que mal les estás haciendo? ¿Crees que Dios va a enfadarse contigo? En cambio, si estás equivocada y no les bautizas, estás retrasando la acción de la gracia de Dios en tus hijos, desoyendo su palabra. En cualquer caso, seguiremos rezando para que El nos ilumine a ambos a ser muy fieles a los que nos pida en cada momento.

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  2. Me ha resultado muy interesante leer en este blog las entradas relativas al bautismo de niños (I y II). Me parece todo un ejercicio de debate, tolerancia religiosa, cortesía y respeto entre dos formas diferentes de entender el cristianismo. El autor del blog que sostiene una versión católico-romana del cristianismo y la postura que aparece en los comentarios refleja la postura de un cristianismo bíblico. Lo que más me llama la atención es la contundencia de los argumentos bíblicos con los que se combate la primera entrada y cómo, en la segunda parte, ante la dificultad de una respuesta bíblica, se recurre a argumentos basados en la Tradición y Magisterio de la Iglesia.
    Es cierto lo que dice el autor del blog, en el fondo lo que subyace en el debate son “dos visiones bastante distintas de lo que son los sacramentos”. La fe bíblica se basa en las Sagradas Escrituras únicamente y no en el magisterio de los hombres, por muy santos o sabios que estos sean. Según esta forma de entender el cristianismo no es la Biblia la que debe acomodarse al magisterio de la iglesia, sino que el magisterio de la iglesia debe ajustarse a lo que la Biblia enseña. Aquí hay una diferencia de fondo muy importante entre una postura y la otra. Mientras que para la concepción católico-romana la iglesia se constituye en una mediadora de la gracia divina que se articula a través de un sistema sacramental, el cristianismo bíblico no establece un sistema sacramental que administre la gracia de Dios. La gracia de Dios viene de Él y se manifiesta al hombre a través del Señor Jesucristo: "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos" (1 Timoteo 2:5, 6). No hay otro mediador, ni sacramental, ni eclesial. Dios no salva a través de la iglesia, ni a través del bautismo, Dios salva a través de Cristo y es ese mismo Dios el que en las Sagradas Escrituras, por Él inspiradas, ha establecido que el bautismo siga a la fe, no que la preceda. Como muy bien señala el autor respondiendo en la I entrada: “en los Hechos de los apóstoles se habla en muchas ocasiones de que el Bautismo sigue a la predicación: los apóstoles alentaban a la conversión y al bautismo consiguiente, como manifestación externa de esa conversión”. Eso es el bautismo, la manifestación externa de la conversión. Sigue a la conversión. Y en esto tiene toda la razón el autor de este blog: así lo enseña la Escritura.

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    1. Parece que no me expliqué bien la anterior entrada, pues no pretendía contestar a los comentarios a la primera, sino extenderlos para aquellos cristianos que consideraran que la interpretación de los textos bíblicos requiere el estudio de la Historia, y no sólo de lo que nosotros consideramos. Emplear la tradición para explicar textos no es exclusivo de la Biblia, sino de cualquier exégesis cultural o filosófica. No nos ha llegado ningún escrito de Sócrates, pero conocemos sus enseñanzas por Platón. Que un cristiano del siglo II diga que es bueno bautizar a los niños es de considerar; que lo digan muchos, es un reflejo de lo que hacían los primeros cristianos, que habían escuchado la predicación de los apóstoles y los primeros discípulos de Jesús.
      Los textos bíblicos en ningún caso prohiben el bautismo de los niños, sino más bien al contrario, aunque coincido con mis amigos evangélicos, en que no lo citan explícitamente.
      Me parece por otra parte muy relevante recordar que la Iglesia católica no solo no menosprecia la Biblia, sino que la ha compilado (no habría Biblia sin tradición católica, ni en los textos escritos, ni en la definición de cuáles son y no aceptables), y basa todas sus enseñanzas en ella. La diferencia con los cristianos protestantes es que ellos interpretan los textos como estiman más cercanos a lo que Jesús hizo y dijo, mientras que los católicos y ortodoxos nos aseguramos que es así estudiando lo que decían y hacían quienes recibieron ese legado de Jesús mismo o sus primeros discípulos. Por cierto, también los católicos pensamos que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, pues todo ministerio en la Iglesia se hace en nombre de Jesús. El sacerdote no es un personaje que media, sino una imagen de Cristo. En esto también se diferencia el concepto católico-ortodoxo-copto de sacerdocio y el de los protestantes.

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    2. Estimado Emilio... leyendo las entradas referidas al Bautismo, quisiera aportar una reflexión, que puede servir a unos y a otros, ya que, si bien en un principio se ha tratado el tema desde un punto de vista bíblico, se han utilizado pasajes similares para entender cosas contrarias. Estudiando en el seminario el Curso para la Enseñanza da la Religión Católica (DECA), mi profesor (que era uno de los que daban la asignatura de Bibliología), llegado el tema del Bautismo, nos explicó que la Iglesia Católica en un principio tampoco bautizaba niños (como norma general). Como bien se ha apuntado, en todos los pasajes mencionados, era necesario creer... Es decir, el bautismo era una representación externa, de un cambio que había sido interno. Según estudié, fue posteriormente, mediante un decreto de Teodosio I (en el que prohibía el paganismo... no recuerdo bien si fue en el mismo Concilio de Constantinopla o paralelo a él), que se empezó a bautizar a los niños, para que no estuvieran fuera de la ley... Es por ello que también apareció, junto con el bautismo de niños, la Confirmación... y por ese mismo motivo Bautismo, Eucaristía y Confirmación son considerados los Sacramentos de Iniciación... Al final nos damos cuenta que volvemos a dar la vuelta a la tortilla y la misma Iglesia reconoce que debe haber una parte consciente, una decisión por parte de la persona, que cierre esa fase de Iniciación. Leyendo un poco antes en el Catecismo de la Iglesia (pto. 1213) leemos "Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión"... lo que choca con la Escritura, donde se puede leer (Hechos 2:41-47): "Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil. Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse." Como leemos aquí, los que creían se hacían bautizar (un niño nunca lo podría pedir) y el Señor es el que añadía los que debían salvarse. En el pto.1226 también leemos que "El Bautismo aparece siempre ligado a la fe".

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    3. En cualquier caso, sin ánimo de alargar más mi reflexión, entre los puntos 1229 y 1233, se mezclan ya los términos "rito" y "sacramento", diferenciando las diversas formas según se haga a niños o no, y las peculiaridades de cada rito. Si volvemos a la Escritura, vemos que el Bautismo siempre viene precedido de un acto de creer, que no es que uno crea por que lo decide en última instancia (como se hizo referencia en el comentario del 23 de diciembre), sino que lo decide por que Dios lo ha establecido ya así... por que la gracia de la Salvación viene sólo de Él (Romanos 8:28-30: "Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.")... Nos cueste entenderlo o no, porque es un reto para nuestro ego y para y nuestra pretensión de libertad: "Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de al gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento. El nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo.
      En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria. En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de al verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido. Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria." (Efesios 1:3-14) Busquemos entender y comprender qué es lo que quiere Dios para nuestras vidas... a veces pecamos de querer hacer las cosas a nuestra manera... pero, ¿cómo lo ha pedido Dios? Acerquémonos a su Palabra con un corazón enseñable.

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