He pasado esta segunda semana de mi periplo americano en Ecuador, impartiendo un curso de postgrado en la ciudad de Cuenca, ejemplo muy relevante de arquitectura colonial, y, como su homónima española, patrimonio de la Humanidad. Asistiendo a la misa dominical, escuché en la homilia una expresión que me resultó llamativa. El sacerdote pretendía subrayar la importancia de practicar una religión más honda, sin centrar la importancia en cosas que son derivadas de una raíz más importante, desenfocando así la práctica del cristianismo. Hasta ahí estaba de acuerdo con el celebrante, pero en su discurso, para ilustrar lo que él consideraba externo y de poca importancia, indicó casi textualmente que los sacerdotes y las religiosas no podían ser tan mojigatos como para pensar que su vocación consistía en llevar un distintivo externo de su condición (el hábito o la sotana), que además ahora ya no llevaban. Me quedé algo perplejo, pues no entendí la relación entre ser mojigato y llevar hábito. En el diccionario de la Real Academia, que parece ser el criterio más universal para conocer el sentido real de las palabras, indica que mojigato es un "Beato hazañero que hace escrúpulo de todo". Supongo que a esta acepción se refería el predicador a quien escuchaba, pues, la otra que incluye el diccionario ("Que afecta humildad o cobardía para lograr su intento en la ocasión") no parecía muy cercana a su discurso. El caso es que la primera de las acepciones tampoco le pega mucho al discurso, pues no veo la relación que puede haber entre ser escrupuloso y llevar sotana, clerigman, o cualquier otra señal de que se tiene una profesión religiosa. ¿Os imaginais que llamaramos mojigatos a los médicos, enfermeras, bomberos, policías o militares, por el simple hecho de que vistan su uniforme? ¿Para qué sirve un uniforme? En el mundo profesional, básicamente para mostrar la condición de quien lo lleva. Para un sacerdote o una religiosa, ir con uniforme tiene el enorme interés de que los demás les reconoceremos, y eventualmente podremos pedir sus servicios espirituales. Un policia o un bombero visten su uniforme mientras están de servicio. Los sacerdotes y religiosos lo están permanentemente, pues esa es su elección vocacional, así que no veo por qué tienen que dejar de vestir el distintivo que les permite dar testimonio de quienes son. "El hábito no hace al monje" indica bien el refrán popular, pero tampoco le deshace. Como dicen los matemáticos es una condición necesaria, pero no suficiente: ayuda, pero no es lo único, tampoco lo más importante, pero no por eso ha de despreciarse, pues a los demás nos recuerda que existe algo sagrado en el ajetreo cotidiano, que existen quienes se dedican enteramente a ese algo santo, y que están a nuestro permanente servicio espiritual. La mojigatería sería pensar que vestirse de una determinada manera hace ya a la persona santa, pero de eso a abandonar esos vestidos parece mediar un intento de desacralizar lo que de suyo es sagrado.
Los médicos y enfermeros utilizan uniforme por una serie de medidas higienico-practicas, los saserdotes lo llevan por una serie de valores muy discutibles. Los segudores de diós no tenemos que diferenciarnos por nuetro atuendo sino por nuestras obras y trabajar desde nuestras posibilidades que los demás nos vean a todos como iguales, no distintos o diferenciados por nuestra vestimenta.
ResponderEliminarCada día los nuevos evangelizadores luchamos por el Reino desde la normalidad y cotidianidad. Los trajes negros o como sean no ayudan.
Daniel L.M.C.
Pues realmente no estoy de acuerdo en lo que dice. Como indicaba en mi texto, el uniforme del sacerdote no le hace mejor ni peor, pero identifica su condición de servicio público, lo que permitirá que alguien pueda dirigirse a él pidiéndole asistencia espiritual, cosa que no podría hacer si no se le identificara. Naturalmente, si el sacerdote está en una parroquia donde todo el mundo el conoce, no será tan necesario, pero si llega alguien nuevo, no podrá prestarle un servicio (quizá confesando o atendiendo a sus enfermos) que de otra manera podría dar. Además, la presencia de un hábito en la sociedad, hacer recordar a la gente que existen personas que dan su vida por servicio religioso a los demás, por tanto son un recordatorio de unos valores, igual que el uniforme policial indica respeto a unas normas sociales establecidas. El policia puede ser bueno o malo, pero vistiendo el uniforme hará ver a la gente que hay una autoridad que vela por su seguridad (sobre todo para quienes quieren alterarla). De similar forma, ver un hábito religioso nos recuerda a Dios, aunque solo fuera por eso, ya valdría que lo llevara quien tiene el ministerio de hacerlo. No veo porque estima usted anormal que lleve un hábito quien se espera que lo lleve.
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