Ya han encendido las luces especiales, ya comienzan a verse los primeros adornos, ya empiezan a organizarse las comidas o cenas de confraternización, ya es insistente el reclamo comercial para regalar con ocasión o sin ella, ya los niños -y no tan niños- te "asaltan" para que compres papeletas de algún tipo de sorteo, ligado casi siempre con la lotería,... !ya estamos en Navidad!
Pero, ¿es eso realmente la Navidad?, ¿cuál es el sentido de estas fiestas? ¿de qué tenemos que alegrarnos?, ¿del fin de año, del cambio de calendario, de la proximidad a una celebración tradicional, aunque no se sepa bien de dónde viene la celebración?
Navidad proviene del latín nativitas, que significa nacimiento. ¿De quién? Aunque la Sagrada Escritura no nos da pistas claras para situar el día exacto del nacimiento de Jesús en Belén, los cristianos lo celebramos el 25 de diciembre desde el siglo III, cuando Sexto Julio Africano lo situó en ese día. Para la época del Concilio de Nicea en 325, la iglesia alejandrina ya había fijado el Díes nativitatis et epifaníae de Jesús, que se mantiene desde entonces en la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa Rumana; mientras otras iglesias ortodoxas lo sitúan el 7 de enero.
Dejando a un lado esas controversias históricas, la tradición cristiana de Europa ha celebrado desde hace 17 siglos el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, y la alegría por ese acontemiento tan trascendental da un sentido muy hondo a las celebraciones de estos días. La honda alegría por conmemorar la encarnación y nacimiento de nuestro Señor no está reñida con el regocijo, la sana celebración y la licencia de algo extraordinario. De ahí a que las navidades se conviertan en una demonstración de derroche consumista desproporcionado, de jolgorio que raya en el esperpento, de desatino insustancial, va un abismo. Celebramos que Jesús nació en Belén, y eso nos llena de alegría, pero Jesús nació en una cueva, desprovisto de casi todo lo que consideramos imprescindible: sólo tuvo el cariño de sus padres, la compañía de unos animales y, poco después, de unos pastores rudos, pobres, pero que quisieron dar a Jesús lo mejor que tenían. En Belén había alegría, cantos, pero sobre todo una enorme generosidad de quien siendo Dios se quiso hacer hombre, como nosotros, frágil, necesitado. El rostro de la Navidad no es el rostro del desenfreno, sino del cuidado amoroso por quienes son olvidados, quienes son más frágiles, quienes están más necesidados.
Gracias Emilio por aclarar lo que significa la Navidad. Yo ya me pongo negra de ver los centros comerciales llenos de adornos y aqui en Australia casas que parecen arboles de navidad! Madre mia! cuanto consumo de energia y que dolor de cabeza para los que viven en las casas! Nosotros este ano estaremos muy lejos de la familia asi viviremos la navidad con nuestra familia reducida y algunos buenos amigos que tenemos aqui de camping.
ResponderEliminarUn abrazo y FELIZ NAVIDAD!!
Marta