Decía en mi anterior entrada que la ecología ofrece enormes posibilidades educativas, que podemos aprovechar bien este verano. Me refería la pasada semana a los aspectos relacionados con el consumo. En esta ocasión quiero centrarme en otros asociados a lo que podemos llamar "ecología humana". Nuestra capacidad de alterar el medio natural puede ser muy intensa y potencialmente muy dañina, pero también lo es nuestra capacidad de alterar la naturaleza humana, que tiene asimismo consecuencias potencialmente muy peligrosas sobre nuestra propia existencia en la tierra. Por ejemplo, si el ser humano obliga a un animal herbívoro a que se alimente de carne, está alterando su estado natural, con resultados antes o después catastróficos en esa especie, como nos demostró la crisis de las vacas locas.
"Una auténtica fe -que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades" (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 2013, n. 183)
lunes, 25 de julio de 2011
domingo, 17 de julio de 2011
La ecología como valor educativo I
Comenzamos las vacaciones, periodo de descanso y de conocer otros lugares, otras gentes, otros paisajes, tiempo también de aprender del entorno que nos rodea. Disfrutar de la naturaleza también tiene aspectos didácticos que me parecen de especial interés. Por un lado, nos facilita educar en el uso más responsable de los recursos y, por otro, reforzar un sentido más natural en nuestro comportamiento. Me centraré hoy en este primero.
La consideración de que los recursos naturales son muy generosos, pero finitos, nos llevará a educar en un uso más responsable de los mismos. No tenemos energía, agua, suelo o atmósfera en cantidades ilimitadas, y no tenemos derecho a agotar recursos que serán preciosos para otras personas, actualmente y en generaciones futuras. Frente a la cultura del uso sostenible de los recursos, aquel que se garantiza en el tiempo, actualmente vivimos en una economía del despilfarro, donde el uso de los bienes resulta cada vez más efímero. Al contacto con personas de recursos muy modestos, que suplen con
La consideración de que los recursos naturales son muy generosos, pero finitos, nos llevará a educar en un uso más responsable de los mismos. No tenemos energía, agua, suelo o atmósfera en cantidades ilimitadas, y no tenemos derecho a agotar recursos que serán preciosos para otras personas, actualmente y en generaciones futuras. Frente a la cultura del uso sostenible de los recursos, aquel que se garantiza en el tiempo, actualmente vivimos en una economía del despilfarro, donde el uso de los bienes resulta cada vez más efímero. Al contacto con personas de recursos muy modestos, que suplen con
domingo, 10 de julio de 2011
Sobre la educación: cuanto más mejor
Vigilia de oración en Londres, 18.09.2010 |
sábado, 2 de julio de 2011
Seguimos hablando de Ciencia y Religión
George Lemaitre con Albert Einstein |
1. La ciencia y la religión se han opuesto frontalmente a lo largo de la historia,
2. Luego no hay científicos creyentes.
3. Ahora añadimos, "en caso de que los haya, es que ignoran lo que dice su propia religión"
Interesante el asunto. En mis anteriores entradas, he procurado desmontar la teoría-tópico de que la ciencia y la religión se han opuesto frontalmente. Salvando el caso Galileo, les va a costar trabajo encontrar casos de persecuciones a científicos por sus posiciones científicas. Recuerdo que el tribunal que condenó a Galileo tuvo votos en contra, que no fue una decisión de la Iglesia, sino de un tribunal eclesiástico romano, que Galileo no acabó en la hoguera, y que nunca dejó de considerarse fervoroso católico.
En cuanto a que no hay científicos creyentes, también he procurado refutar tan burda acusación con una larguísima lista de científicos de primer orden que han sido personas sinceramente creyentes, de siglos pretéritos y contemporáneos nuestros. El próximo mes de noviembre organizo con la Fundación Ramón Areces un simposio sobre ciencia y religión, donde vendrán algunos de estos científicos: créanme, existen.
Respecto a la ignorancia de su religión, también mostraba en mi anterior entrada sobre este tema que una larga lista de científicos de enorme relevancia han sido sacerdotes. Que un sacerdote no conozca la religión católica es poco probable; cuando además es profesor universitario, académico, doctor en teología, etc. la probabilidad se reduce drásticamente. Puedo poner bastantes ejemplos, pero me quedo con la foto que ilustra este artículo, de George Lemaitre, profesor en Lovaina, Cambridge, y Harvard, precursor del Big-Bang, y presidente, al final de sus días, de la Academia Pontificia de las Ciencias.
Otro día comentaré las proposiciones del Vaticano I a las que se refiere Ángel en su comentario. Extrayendo frases aisladas se puede justificar casi cualquier cosa, y el contexto en el que se hacen esas declaraciones y su alcance no es el que interpreta Ángel. De todas formas, yo prefiero el Vaticano II. Recomiendo vivamente la lectura del Gaudium et Spes, sobre el diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo.
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