martes, 25 de diciembre de 2018

Feliz Navi... qué?

Navidad viene de natividad y natividad de nacimiento, asi que lo que hoy celebramos es un nacimiento. ¿De quién? Parece que la amnesia colectiva no se acaba de enterar de quien, pero por mucho que se empeñen en ignorarlo algunos, estamos celebrando el nacimiento de Jesús. Hace años me contaba un vecino las piruetas que tenía en mente para celebrar la primera comunión laica de su hijo. "Mire usted, si no es cristiano, no tiene mucho sentido que celebre una primera comunión, que obviamente no tiene nada que ver con el sentido cristiano de recibir a Jesús en la comunión". Ocultar el sentido de la Navidad es tan estrafalario como las peripecias de mi vecino. Nos felicitan de todo, las fiestas, el año, hasta el solsticio de invierno como te descuides... con tal de no citar el nacimiento de Jesús. Como hay que poner adornos y no se puede citar a Jesús, acabamos decorando con las cosas más llamativas y menos cercanas a nuestro ambiente: un reno, un abeto, un muñeco de nieve, un señor gordo de rojo... Por otro lado, la imaginación del "frente anti-cristiano" es poco consistente. Si quieren un animal nuestro, que pongan un jabalí, si precisan un arbol hispano que pongan una encina, para un muñeco de nieve la cosa es complicada (con esto del cambio climático, las nevadas están bajo mínimos), si quieren a un señor gordo de rojo, que pongan un obispo (que por cierto, ese es el origen de Papa Noel = Santa Claus = San Nicolás de Bari, obispo italiano del s. IV).
A veces me pregunto, porque ese empeño en negar lo que estamos celebrando, en obviar el sentido último de lo que hoy celebramos: ¿Es posible que haya un Dios tan tierno que quiera hacerse un Niño, un simple Niño y haya gente que siga ignorandolo, o incluso quizá odiándolo?
Hace tres años estuve en Emiratos, en el mes de diciembre. Allí no había ningún signo navideño salvo en las pocas iglesias que allí se han construido. Es un país árabe, musulmán, y aunque tienen gran respeto por Jesús para ellos la Navidad no es una fiesta de especial relevancia. Lo entiendo. Pero esto no es Emiratos, ni Indonesia, ni Senegal... esto es un país con 2000 años de tradición cristiana. A nadie se le obliga a nada, nadie tiene por qué sentirse ofendido porque celebremos el nacimiento de Jesús. ¿Por qué negar la propia historia? ¿por qué menospreciar a quien se ha acercado tanto a nosotros que no viene con poder sino con la debilidad de un niño, con la misma vulnerabilidad de nuestro propio nacimiento?
Los cristianos nos alegramos enormemente de que Jesús no haya pensado en tantos que no le reconocerían, en tantos que no iban a alegrarse con su venida, que lo iban a ignorar, a odiar, a perseguir... a crucificar. Pese a todo quiso venir con nosotros, quiso acompañarnos, conocer de primera mano esa Tierra que su Padre había creado desde el inicio del mundo para que, también a El, le sirviera como hogar.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Conocer mejor el islam

Decían los primeros cristianos a sus perseguidores una frase que sirve para referirnos a todo aquello a lo que desmostramos prejuicios: "dejan de odiar los que dejan de ignorar", pues ciertamente juzgar sin conocer es sinónimos de juzgar equivocadamente. Por eso es importante conocer bien los grandes temas que circundan nuestra esfera cultural, los que encontramos con tanta frecuencia en los medios de comunicación, casi siempre tratados de manera muy básica, cuando no muy tosca.
Un ejemplo del impacto que tiene este desconocimiento es nuestra actitud ante otras religiones, o incluso de no creyentes ante otras religiones. Los cristianos españoles nos sentimos muchas veces mal juzgados por las personas no creyentes, pero también es de justicia reconocer que juzgamos a otros creyentes de manera simplista o abiertamente injusta. Me parece que esto nos pasa especialmente en lo que se refiere a los musulmanes, supongo que por nuestra larga tradición histórica de enfrentamiento, lamentablemente azuzada por el impacto mediático del islam más radical.
Para entender mejor qué es el islam, sus distintas tendencias, sus realizaciones históricas y su situación presente, recomiendo el libro recientemente publicado por el profesor Juan Martos Quesada, gran conocedor del mundo islámico, tanto en sus raíces históricas como en su desarrollo cultural presente. Conocer el Islam proporciona una visión comprehensiva de esta religión monoteista, ampliamente extendida, sobre todo en el Medio Oriente, el centro norte de Africa y el sureste asiático. Ligada a la tradición árabe, conviene recordar que el país musulmán más poblado es Indonesia, muy alejado culturalmente de los paisajes en los que predicó Mahoma. El libro del prof. Martos aporta una visión muy equilibrada sobre el islam, incluyendo sus principales prácticas religiosas, las distintas ramas que lo conforman, y las distintas escuelas interpretativas. También hace mención al desarrollo literario, artístico, filosófico y científico presente en el mundo musulmán, que lejos de ser una unidad monolítica incluye tradiciones culturales muy variadas.
Un libro ameno e ilustrativo, que servirá al lector para ir más allá de los tópicos al uso, y entender mejor tanto los atractivos como las contradicciones que se presentan en una tradición religiosa que ya practican más de 1.100 millones de personas en el mundo.

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domingo, 9 de diciembre de 2018

Abierto a la propia tradición

Ayer felicité por whatsapp a una compañera del departamento, que se llama Inmaculada. Lo hice a través del grupo. A mi felicitación se fueron uniendo las del resto de los integrantes del mismo. Me llamó la atención que varios se extrañaban de mi mensaje, pues obviamente no habían caído en la cuenta de que estabamos celebrando la fiesta de la Inmaculada Concepción. Era fiesta laboral, estaban de fiesta de hecho, pero no sabían bien por qué. Huelga decir que si no identifican la fiesta, menos aún sabrán por qué es fiesta, esto es por qué una conmemoración referida a la Madre de Jesús se considera suficientemente relevante como para que ni ellos, ni casi nadie en España, trabajaran. Menos aún sabrán por qué el Papa va cada 8 de diciembre a poner unas flores a la estatua de la Inmaculada que hay enfrente de la embajada española en Roma, ni por qué está esa estatua precisamente en ese sitio. De ahí a indicarles el papel que tuvo España como nación, y los teólogos españoles, en la declaración de ese dogma, llevaría un largo camino.

Esto es solo un ejemplo de qué pasa cuando uno desconoce una parte importante de la cultura en la que se encuentra inmerso, así de sencillo. Si voy a un templo budista y no sé nada de budismo, no entenderé casi nada de lo que allí observe. Si voy a una mezquita y no sé nada del islam, pasará algo parecido: observaré sin entender a fondo lo que estoy observando.
Hace poco estaba revisando las competencias que recomienda el Consejo de Universidades para extender la sostenibilidad de modo trasversal, a todos los grados. Me dio que pensar uno de ellos, que abogaba porque los estudiantes tuvieran capacidad de entender y estuvieran abiertos a culturas distintas a la suya. Me parece loable ser persona de mente abierta, dispuesto al conocimiento y al diálogo con personas que tienen raíces muy distintas a las nuestras. Ahora bien, eso implica obviamente que tenemos una cultura propia, y que la conocemos bien; en suma, que tenemos algo de lo que dialogar, algún valor que ofrecer. El pasado año estuve en Irán en un congreso, y comentando las costumbres que allí veía con un colega alemán, me indicó que le parecía muy bien que mantuvieran esas tradiciones culturales, pues la cultura propia es raíz de la propia identidad. Lo curioso es que los europeos, tanto él como nosotros, parece que hemos abandonado la cultura propia, de obvias raíces cristianas, para establecernos en una contra-cultura que solo sabe criticar al pasado, en lugar de construir sobre él. Una cultura sin tradición es un artefacto: no puede generarse cultura a base de cuatro tópicos. Así acabamos celebrando Halloween y comprando en el Black Friday. El rechazo a la propia historia, a la tradición cultural de nuestro país es parte de la crisis de valores en que nos encontramos. La cultura es todo: catedrales, fiestas, gastronomía, música, literatura, virtudes, valores, modos de ver el mundo. Si rechazamos la nuestra, sin apenas conocerla, es difícil que construyamos nada que realmente nos enriquezca, que aporte algo al resto del mundo. "Spain is different" solía decirse hace unas décadas. Sí lo es, lo era,  quizás lo vuelva a ser si salimos de la amnesia colectiva en la que parecemos haber caído.

domingo, 18 de noviembre de 2018

A vueltas con el coche eléctrico

Ayer me mandó un amigo un vídeo elaborado por una revista de automóviles sobre el coche eléctrico. Mi conocida militancia sobre el asunto parece ser un buen blanco para que algunos me lancen andanadas sobre los llamados "puntos oscuros" de la movilidad eléctrica. Después de disfrutar -es el mejor verbo que se me ocurre- de un coche eléctrico durante los últimos 15 meses, nadie mejor que yo conoce las limitaciones del mismo, pero tampoco sus ventajas. Es curioso como muchas personas reaccionan cuando saben que tengo un coche eléctrico, bien sea subrayando las dificultades prácticas, bien los supuestos privilegios de que goza. Claro que tiene dificultades prácticas, como cualquier sistema de transporte, pero de ellas la única relevante es la autonomía, que se matiza mucho cuando uno estudia a fondo sus necesidades de movilidad. Si yo tuviera que hacer viajes profesionales en coche a ciudades lejanas, obviamente no habría comprado un coche eléctrico. Pero no es el caso, como tampoco lo es el de la mayor parte de quienes están tan sumamente preocupados por la escasa autonomía de los modelos disponibles (entiéndase que los que tienen precios asequibles). Con 200 km de autonomía real se pueden hacer bastantes trayectos en un solo día, desde luego para mi son suficientes. Para viajes largos, hay otras formas de transporte.
Frente a ese inconveniente, hay otras muchas ventajas: economía (en torno a 1 € a los 100 km), silencio, suavidad en la conducción, aparcamiento gratuito en las grandes ciudades, acceso a zonas con restricción de tráfico, carga gratuita en diversos lugares públicos... etc. Para mí el más importante es la apuesta por una forma de movilidad mucho más amigable con el medio y con el entorno inmediato. Soy consciente de las emisiones que generan la fabricación del coche y de las baterías, pero la curva global (la que integra todas las emisiones en el ciclo de vida del producto) es claramente favorable al coche eléctrico, sobre todo si -como es mi caso- la energía eléctrica que consumes se produce de fuentes renovables.
Con frecuencia, el consumidor supuestamente preocupado por el medio ambiente usa como excusas de su falta de compromiso real las "dificultades prácticas". En esta vida hay que elegir y casi nunca las elecciones son evidentes: en cada opción hay unos valores que uno fomenta o denigra. Pensar en términos únicamente económicos o de interés personal cuando uno compra algo es dejar al margen el bien común y la solidaridad, seguir construyendo sociedades egocéntricas, donde los problemas siempre tiene que solucionarlos otro. Cada uno que piense sobre los valores que mantiene y actúe en consecuencia.

domingo, 28 de octubre de 2018

Necesitamos caras sonrientes

Me envía una amiga un enlace de Youtube que vale la pena compartir con todos mis lectores (si aún queda alguno, ya siento mi pereza acumulada de las últimas semanas). Es una canción de un grupo norteamericano al que no conocía. Se denominan The Arcadian Wild, recogiendo la idea de ese lugar ideal en donde todos quisieramos habitar. Me parece que esta canción expresa bien un sentido abierto y positivo de la vida, frente a tantos cenizos que intentan convencernos que todo son nubarrones y que lo único propio del ser humano es quejarse. El coro de esta preciosa letra nos dice:

"Benditas son las mentes que no necesita disfrazarse, que vuelan sobre las montañas.
Danza como una emperatriz, impresionarás a todos. Muestra la belleza que se te ha dado"


Ciertamente necesitamos todos levantar el vuelo, mirar más alto para encontrar un sentido al aparente sinsentido de lo cotidiano. Hay dolor y contrariedad, hay negación e injusticia sí, pero también  recibimos todos los días muchos regalos: la propia vida, la de tantas personas que queremos, la de las bellezas naturales que Dios nos regala. ¿Por qué empeñarse en ver siempre lo que te falta, en lugar de lo que tienes? ¿por qué limitarte a tu propia debilidad, en lugar de enriquecer con tu debilidad lo que a otros les falta para ser felices?
El sábado volví a ver una preciosa película de Naomi Kawase, "Una pastelería en Tokio", la anciana cocinera, protagonista de un enorme drama personal, repara con su donación el dolor de otros, dando así sentido a su propia tragedia. Casi al final de la película entrega su mejor frase: "No es preciso ser alguien en la vida, cada uno de nosotros le da sentido a la vida de los demás".

domingo, 19 de agosto de 2018

En el japón de los samurais

La historia de la expansión del cristianismo está hecha de gestas heroicas, protagonizadas tantas veces por misioneros anónimos o poco conocidos, que arriesgaron su vida para llevar su fe en Jesucristo a los rincones más apartados. La evangelización se produjó históricamente en sucesivas olas, desde la expansión de los primeros siglos, principalmente ceñida al Mediterráneo, hasta la del centro, este y norte de Europa, durante los siglos VI al XI. Conocemos, por cercanía cultural, la ocurrida en America a lo largo de los siglos XVI y siguientes, pero mucho menos la que se produjo en la misma época en Africa y Extremo Oriente, de la mano de los misioneros portugueses y apoyándose principalmente en sus colonias costeras. Uno de los frutos más interesantes de esa expansión fue la evangelización de culturas muy alejadas de la occidental, en las que los jesuitas desempeñaron un papel protagonista.
El libro del Prof. Osami Takizawa: Los jesuitas en el Japón de los samuráis  analiza ese proceso con un detalle y maestria hasta ahora no logrados, gracias a su conocimiento directo de las fuentes históricas que explican el proceso. El libro analiza las bases culturales que encontraron estos misioneros a su llegada a Japón, cómo mostraron el mensaje cristiano, cómo transformaron la sociedad de su tiempo, al menos en algunos lugares donde la semilla del Evangelio penetró como campo fecundo. Finalmente, analiza el tragico desenlace del proceso, con la prohibición total del cristianismo en el país y el desarrollo de una de las persecuciones religiosas más cruentas que ha conocido la Historia.

domingo, 8 de julio de 2018

Este no será un país para viejos

Con el rapidez que da el convencimiento sobre un tema que define su ideología, el nuevo gobierno se ha apresurado a iniciar los trámites para el debate parlamentario sobre la eutanasia. Una vez más estamos ante una cadena de eslóganes y se hurta el debate profundo sobre un tema de gran calado, que va a modificar nuestra relación futura con el sistema sanitario. Que un médico se oriente a facilitarte la muerte en lugar de a procurarte la vida es un cambio nuclear en la medicina. Ya ocurrió con el aborto, y las perspectivas se plantean de la misma forma. Lo que se introdujo y aprobó como una excepción, únicamente aceptable para casos extremos (todos nos acordamos de los ejemplos que se ponían en los años ochenta, seguramente muchos inventados por los promotores de la ideología abortista), se convirtió apenas veinte años más tarde en "aborto a la carta". Nadie se cree que los 100.000 abortos que se perpetran en España sean consecuencia de casos extremos. Simplemente se ha convertido en un medio para acabar con los niños con discapacidad (en nombre de un concepto del progresismo que casi nadie entiende) o como un recurso anticonceptivo.
Lo mismo pasará con la eutanasia. Primero son las imágenes de enfermos terminales agobiados por la presión terapeútica (que estoy seguro es absolutamente excepcional), y luego serán los viejos con enfermedades largas (y, ojo, costosas) los que serán impelidos a pedir la eutanasia, por familias que tienen otras cosas que hacer que "cuidar viejos", o por un sistema sanitario que será difícil de mantener económicamente. Quien no lo haga será considerado egoísta con su familia o insolidario con el estado. Una vez que se abra esa puerta, quedará abierta para acabar con la vida de quien no habría nunca pedido ese final. Los mayores acabarán por tener miedo a ir al hospital, porque dudarán si les van a curar o a terminar. La pendiente resbaladiza acabará afectando a las personas más vulnerables, con menos recursos para pagar tratamientos caros o con menos cariño familiar que les asista. No entiendo el progresismo de la medida, no entiendo que la eutanasia -como el aborto- sea una bandera de la izquierda: sufren los más débiles, es una solución que no soluciona nada.

domingo, 24 de junio de 2018

Observación de la tierra y cambio climático


Comparto el enlace con una conferencia que di hace unos meses en la Academia de Ciencias sobre el empleo de las imágenes de satélite en el análisis del cambio climático, que incluye unas referencias éticas sobre nuestra respuesta ante el problema. Espero que os resulte de utilidad.


domingo, 10 de junio de 2018

Isabel: más tópicos históricos

Ya sé que pueden tacharme de estar poco al día, pero es ahora cuando estoy viendo la serie sobre Isabel I que emitió televisión española hace más de seis años. Reconozco que no veo la televisión habitualmente, y aunque varios compañeros me hablaron de la serie en su momento, prefería esperar a que estuviera disponible en otros formatos para verla con la periodicidad que considerara oportuno. Lo estoy haciendo ahora.
Reconozco que la serie está bien filmada y es atractiva de ver, incluye los elementos que garantizan una audiencia continua. Los episodios fluyen con dinamismo y el guión permite crear una esfera de intriga y pasiones que atrae mucho al espectador. En fin, se ve bien, en pocas palabras.
Pero... sí, la serie tiene peros. El más importante, a mi modo de ver, es el retrato que hace de la sociedad de su tiempo, en muchos casos transponiendo groseramente los valores que ahora se consideran de validez universal. Se me antoja especialmente desagradable la presentación que hace la serie de los cristianos en general y de los líderes eclesiásticos en particular. Hasta donde llevo visto, todos los obispos de la serie son personajes odiosos: ávidos de poder y de dinero, rencorosos, soberbios, lujuriosos, mundanos, sin ninguna referencia espiritual. ¿No había ningún eclesiástico verdaderamente cristiano en aquella época? Lo dudo, es más me parece una presentación infantil de un estamento, que con todos sus errores contribuyó a que España pasara de ser un conjunto de reinos divididos a un imperio de referencia mundial. Quizá convenga revisar el libro de Elvira Barea sobre los tópicos negros de nuestra propia historia, que asumimos sin ningún sentido crítico.
Naturalmente son muchos más los que ven series o películas que los que leen libros especializados, y esa visión negativa y simplona cala en la sensibilidad de quien está viendo un film que se presenta como histórico. En las líneas generales lo es, obviamente, digamos que en un 15% del contenido, pero el guión restante corresponde más a los prejuicios de quien lo firma que a la realidad histórica.
No es de extrañar la imagen pésima que tiene la iglesia católica en este país, pues a sus errores ciertos se le unen múltiples otros imaginados, silenciando siempre los bienes que difundió (hospitales, universidades, educación, sentido de la compasión, justicia y un largo etcétera). ¿Cuándo veremos algún clérigo honesto, amable, alegre, inteligente en una serie o película española? Cuesta creer que el catolicismo haya sido seña de identidad de un país, que tiene entre sus mayores logros haberlo difundido, no sólo como religión, sino principalmente como cultura, como valores que han construido sociedad más justas, con todos los defectos que a todos los seres humanos nos acompañan.

domingo, 20 de mayo de 2018

La enseñanza de la religión en las escuelas

Hemos presentado recientemente en la editorial que promuevo un interesantísimo libro que analizar el panorama de la asignatura de Religión en las escuelas europeas. El profesor de la Universidad de Zaragoza, Alejandro González-Varas, hace un recorrido por los países de nuestro entorno sobre la situación legal de esta materia, tan controvertida en nuestro país, sin duda uno de los caballos de batalla más polémicos en cualquier reforma legal de la educación.
En esta cuestión, como en otras muchas, se confirma que están más extendidos los prejuicios que los conocimientos, y que las cuestiones de fondo se saldan con el recurso fácil al cliché, al manido eslogan, dejando al margen los debates serios. Nuestros políticos, particularmente los que presumen de ser de izquierdas, saben que ganan prestigio en sus audiencias cuando critican a la Iglesia, con ocasión y sin ella, y que cuanto más anticlericales (o antireligiosos) se muestren, más reputación de progresismo les acompañará. Lástima que no se muestre ese mismo progresismo en otros frentes que son mucho más relevantes: sobriedad y coherencia de vida, cuidado del ambiente, promoción real de la educación o la sanidad de calidad, política económica o protección de la familia. Todo eso, que era el discurso de la izquierda moral, puede negociarse, pero la denigración, o aniquilización si es posible, de la religión parece postulado inamovible. Ojalá algún día tengamos políticos verdaderamente cristianos de izquierda, o políticos verdaderamente de izquierda cristianos, o al menos abiertos al hecho religioso: en este país es una categoría bastante inédita.
https://www.digitalreasons.es/libro.php?valor=La%20ense%C3%B1anza%20de%20la%20religi%C3%B3n%20en%20Europa
Pero vuelvo al tema de esta entrada. La religión es una asignatura impartida de modo confesional y evaluable en el curriculum en países europeos muy variados, como Grecia, Austria o Finlandia, que pasa por ser el ideal de calidad educativa (aunque los gurús educativos parece que no comentan mucho sobre este presencia de la religión en la escuela finlandesa). A la lista pueden añadirse Bélgica, Alemania, Letonia, Lituania o Polonia. En todos los casos, la religión es de obligada impartición y los padres de los alumnos eligen la tradición religiosa que se adecúa a sus creencias (católica, ortodoxa, luterana, islámica, etc.).  Otros países ofrecen la misma religión confesional pero de modo voluntario, generalmente fuera del horario escolar, como es el caso de Bulgaria, Hungría, Portugal o la República Checa. En tercer lugar, hay otros países donde la religión se imparte como una materia obligatoria sin carácter confesional, como un aspecto más de la cultura humana. Este es el caso del Reino Unido, Suecia o Noruega. Finalmente, hay muy pocos países, pese a lo que digan algunos políticos o formadores de opinión interesados, donde no se imparta enseñanza religiosa en absoluto: caso de Francia, Albania o Eslovenia, si bien en el país galo se están replanteando esa decisión (muy propia de la concepción republicana de ese país) ante el impacto cultural que la ignorancia religiosa tienen entre sus jóvenes habitantes.
En suma, la religión es una dimensión cultural imprescindible de la educación humana. Es clave para entender el contexto histórico y una gran cantidad de manifestaciones artísticas (cuando entré por primera vez en un templo budista, entendí lo difícil que se hará disfrutar de una catedral a quien no sepa nada del cristianismo). Enseñar adecuadamente esta disciplina es clave para formar cultural y moralmente a nuestros alumnos. Una visión más amplia permitirá superar trasnochados laicismos, que no ayudan a promover un verdadero progreso.

domingo, 6 de mayo de 2018

¡Qué difícil es rezar en las iglesias!

Tengo costumbre de hacer un rato diario de oración, donde intento dialogar con Dios, contarle mis inquietudes, conocerle un poco más, escuchar sus sugerencias...
Escuché un viejo chiste, en el que le preguntaban a un recluta para ascender a cabo, -¿dónde está Dios?. El contestaba: -"Estar, estar, está en todas partes, pero donde mayormente para es en las iglesias".
No es fácil hablar con Dios, no es evidente, y por tanto -al menos a mi me pasa- se requiere un cierto sosiego exterior para "pegar la hebra". Claro que puedes decirle cosas mientras vas en el metro, paseando por la calle, o incluso en medio del trabajo, pero para hablar tranquilamente se requiere una cierta tranquilidad, silencio, aislamiento del barullo exterior. Y eso, junto a la presencia de Jesús en la Eucaristía, es lo que busco cuando intento hacer mi rato diario de oración en una iglesia. Pero no siempre es fácil. Es más, a veces resulta bastante difícil, por dos razones principalmente: o porque la iglesia está cerrada, o porque hay ruido dentro. Ambas cosas no se entienden bien. ¿Para qué sirve una iglesia que está cerrada? Entiendo que puede haber energúmenos que puedan agredir al templo y es preciso ser precavido, pero ¿realmente es necesario tener las iglesias cerradas la mayor parte del día, abriéndolas apenas unos minutos antes de las celebraciones eucarísticas?
Si hay suerte y está abierta, todavía me resulta más frustante que haya ruido en el interior. ¿No hay sitios para charlar, mucho más interesantes que una iglesia? ¿Es tanto el ruido exterior que hemos cogido horror al silencio? No siempre es ruido de cháchara, a veces son devociones de unas personas piadosas, que rezan el rosario u otras oraciones en voz alta. Me parece muy bien que lo hagan, pero ¿tiene que ser precisamente en el único rato que está la iglesia disponible?
Pongo tres ejemplos. En mi parroquia, solo se abre 30 m antes de la misa, y siempre hay personas rezando el rosario en ese rato, asi que ya he decidido buscar otro templo. El pasado viernes tenía una reunión cerca de la catedral, asi que entré en la cripta de la Almudena a hacer ese rato de meditación. En la capilla del Santísimo, reservada para la oración, unas piadosas señoras rezaban las letanías del Sagrado Corazón. Me fui a la nave principal, donde entre el órgano (lo más llevadero), los turistas paseando y haciendo fotos, y finalmente un sacristán con la aspiradora, no puede decirse que el sosiego fuera ejemplar. El sábado me acerqué a la ermita de la virgen del Puerto, a media tarde. Estaba abierto, "estupendo", por fin tranquilidad. Resulta que preparaban la fiesta del día siguiente, y entre la limpieza, sacar las andas de la imagen y otras chácharas, no hubo manera de concentrarse.
En fin, a veces me pregunto por qué será tan difícil rezar en una iglesia.

domingo, 29 de abril de 2018

¿Como entendemos el bien común?

El pasado miércoles, mientras buena parte de los madrileños se empotraban en la televisión ante la semifinal europea, presentamos un nuevo libro de la editorial Digital Reasons. Se centra en la renta básica universal, un concepto que tenemos a considerar como utópico o excesivamente idealista, archivándolo sin apenas consideración: pero la tiene, y mucho. Hay varios aspectos que conviene considerar sobre este asunto:
1. Los bienes de la tierra tienen un destino universal, esto es un principio moral que avala la Teología católica y otras muchas posiciones religiosas y filosóficas. ¿Como se concreta? Esto es mucho más difícil. Si el pastel es de todos parece justo que todos tomemos un poco, pero si uno piensa que solo pueden comer los que lo hayan elaborado, entonces la cosa se complica. En cualquier caso, se trata de una cuestión del bien común, de cómo distribuir el progreso que alcanzamos entre todos. Obviamente, abogar por el bien común es cosa muy distinta de pensar que todo tiene que ser común.
2. El sistema económico actual funciona con deficiencias. No sabemos bien cuál puede ser su reemplazo (el comunismo, obviamente, no lo fue), pero algo hay que hacer al respecto porque no tiene sentido que las desigualdades sociales sigan creciendo a la par que lo hace la riqueza global. Los pobres son un poco menos pobres y los ricos son mucho más ricos. Esto no es razonable, no crea sociedades justas, ni sanas socialmente. Las desigualdades extremas llevan a la pobreza marginal, a las carencias educativas, sanitarias y, en muchos casos, a la delincuencia. Hay que pensar en cómo distribuir los gastos sociales de manera más eficiente. No se trata solo de remediar situaciones límite, sino de conseguir que todos vivan con un minimo de bienestar.
3. La revolución tecnológica es imparable y va a suponer, ya lo está haciendo, una tremenda pérdida de puestos de trabajo. Las máquinas hacen mucho más barato, y tantas veces mejor, muchos trabajos que antes hacían los seres humanos. Esto se va a incrementar. Van a crearse otros trabajos nuevos si, pero casi nadie considera que en la misma proporción que los que se destruyen.
4. Los sistemas de renta básica asumen que la gente va a contribuir al sistema y no a aprovecharse de él. No somos ángeles,y en algunas sociedades donde es tan evidente la falta de ética pública, las cosas no apuntan bien para conseguir que la renta básica no degenere en abusos. Hay tarta actualmente para todos, obviamente, pero no sabemos qué pasaría si hubiera mucha gente que dejara de contribuir a construir la tarta.
5. La renta básica debería ser universal, esto es afectando a todos los seres humanos. De otra forma, solo queda el remedio a contruir vallas, que tanto denostamos en Trump. Por ejemplo, estando a menos de 10 km de Marruecos, el efecto llamada de una renta básica en España sería obvio, y no cabría dar unos beneficios universales solo a una clase de habitantes. Esto crearía disfunciones tan severas como vemos en Emiratos u otros países petroleros, con ciudadanos sumidos en el derroche y una inmensa proporción de inmigrantes tratados casi como esclavos.

Hay muchas otras consideraciones, pero dejo al lector a que extraiga sus propias conclusiones de la lectura del libro.

sábado, 21 de abril de 2018

Cambio climático para torpes: los motores diesel

Hace unos días hablaba con un vendedor de coches y, no sé bien por qué, salió a relucir el tema del cambio climático, la contaminación y el futuro de los diesel. Ante mi asombro, me largó una serie de convicciones sobre el asunto que me dejaron verdaderamente perplejo. Llevo tantos años leyendo sobre esta cuestión, que he de reconocer humildemente que puedo estar viviendo en una búrbuja y considerar que lo que yo considero obvio puede resultar lejano a la población común. Así las cosas, vi claro que tengo que hacer un mayor esfuerzo por difundir lo que la Ciencia dice sobre estas cuestiones, en el lenguaje más primario que se me ocurra. El objeto del debate con este vendedor era que los coches diesel son muy buena alternativa ahora, porque lo del cambio climático y la capa de ozono está ya arreglándose, y que las amenazas de prohibir los coches diesel no tienen ningún fundamento científico. Como no teníamos mucho tiempo para aclarar las cosas, me atrevo ahora a hacerlo por este medio, consciente de que lo más probable es que no lo lea nunca. Quizá a algún otro le sirva. En pocas palabras, ante las afirmaciones del citado vendedor, la ciencia actual dice lo siguiente:
1. El cambio climático y el deterioro de la capa de ozono (en la estratosfera) tienen poco que ver. Si se pierde la capa de ozono habría un cambio en todos los seres vivos, porque no estamos diseñados para soportar la radiación ultravioleta, asi que la cosa sería más grave que el propio cambio climático.
2. Los dos fenómenos están causados por factores muy distintos: el cambio climático se debe principalmente a las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. El deterioro de la capa de ozono estratosférico por la emisión de gases clorofluorocarbonados (CFC), antes muy usados en refrigeración y aerosoles y que ahora están prohibidos (desde el año 1987, con la firma del Protocolo de Montreal). El descubrimiento de esta relación les valió el premio Nobel a Mario Molina, Paul J. Crutzen y Frank Sherwood Rowland en 1995.
3. La capa de ozono estratosférica se está recuperando, pero no lo hace cada año, sino a lo largo de muchos, ya que los CFC tienen alta pervivencia en la atmósfera.
4. Los motores diesel emiten menos CO2 que los de gasolina (salvo los híbridos), porque consumen menos combustible. No obstante, emiten más NOx, que también es un gas de efecto invernadero, que los de gasolina. Los de gas natural mejoran a ambos, con menos emisiones. Obviamente todos ellos, diesel, gasolina y gas, emiten más CO2 que los eléctricos, sobre todo si la electricidad se genera con fuentes renovables o nuclear.
5. El problema de los diesel entonces no es el cambio climático, sino la contaminación urbana, porque emiten más NOx (precursor del ozono troposférico) y particulas de pequeño tamaño, ambos muy daniños para la salud humana). Por tanto, los diesel generan un problema local principalemente, y de ahí que tendrán restricciones para entrar en núcleos urbanos. Se sabe lo suficiente de las muertes prematuras debidas a contaminación urbana para que la legislación aplicable se refuerce en el futuro. Pongo la figura que emplee hace unas semanas para ilustrar los datos sobre cada tipo de vehículo.
6. Los coches diesel más modernos tienen mejores filtros y por tanto emiten muchas menos particulas que los antiguos: el problema es que los nuevos acaban siendo antiguos. La combustión diesel es más sucia que la de gasolina y mucho más que la del gas natural.
7. Si el citado vendedor sigue recomendando a sus clientes que compren coches diesel lo hará por un argumento económico (muy razonable, pero que así debería explicarse a los clientes), pero desde luego no con un argumento científico, que le queda lejos a su percepción de la realidad. La legislación futura veremos a quien da la razón. La tendencia europea está bastante clara.

domingo, 11 de marzo de 2018

Superar el paradigma tecnocrático

Sin duda la encíclica Laudato Si' ha sido uno de los documentos vaticanos más leídos y que ha generado más controversia, dentro y fuera de la Iglesia. Curiosamente los más entusiastas del documento no han sido siempre los católicos (que muchos también), sino algunos otros, habitualmente poco cercanos a la Iglesia. Este es, en mi opinión, uno de los grandes méritos de la Encíclica, ya que no cabe duda que el diálogo con el mundo contemporáneo es una prioridad de la Evangelización.
Entre las críticas que se han hecho a la Encíclica (también desde el lado católico) algunos la han acusado de estar en contra del mundo moderno, al criticar al sistema económico y a la tecnología, acusándola de estar detrás de la crisis ambiental actual. Incluso alguna mente un tanto calenturienta ha comparado la Encíclica con la crítica al modernismo de Pio IX.
En mi modesta opinión, la crítica -muy dura, por cierto- que hace la Encíclica al sistema económico y a la mentalidad tecnocentrista no es antimoderna sino más bien al contrario, es postmoderna, porque lo hace no desde la mentalidad de algo que haya que recuperar del pasado, sino de algo que hay que superar del presente para proyectarlo al futuro. El Papa no está recomendando que volvamos a las cavernas, porque sería absurdo y porque, dicho sea de paso, tampoco nuestros antepasados paleolíticos tenían una relación idílica con el ambiente (recordemos las extinciones masivas con la colonización de América hace 10-15.000 años). Lo que el Papa plantea es que el sistema actual tiene muchas deficiencias que no pueden obviarse y que se manifiestan en dos parámetros muy profundamente tratados en la Encíclica: deja fuera del "sistema" a muchas personas y destruye el ambiente, o dicho en una sola frase degrada a la vez a la Naturaleza y a las personas que formamos parte de ella. La tecnología es obviamente una aliada imprescindible del cambio ético que necesitamos afrontar para cambiar nuestra relación con el entorno, pero también puede serlo de quienes quieren seguir manteniendo un modelo que solo beneficia a una pequeña parte de la población mundial. La tecnología en sí es neutra, puede usarse para curar tumores o para destruir ciudades, para comunicar a las personas o para controlarlas, para salvaguardar la vida o para manipularla, haciendo niños, animales o plantas "a gusto del consumidor". Respetar la naturaleza es, en primer lugar, aceptarla tal y como es, admitir que es fruto de una decisión amorosa del Creador, para los que creemos en Dios, o de un conjunto de mutaciones aleatorias: en cualquier caso, no somos quien para manipularla a antojo. El "seréis como Dios" del Génesis tiene aquí un nuevo eco. En un reciente número de la prestigiosa revista Nature se habla de "biología sintética" para identificar el conjunto de técnicas que nos permiten rediseñar seres vivos "para usos prácticos", indica la revista. Yo me pregunto, ¿prácticos para quién? No, desde luego, para los más pobres y vulnerables de la Tierra. Todo el pensamiento trashumanista se viste del prestigio actual de la ciencia para proponer verdaderos disparates éticos, que intentan en última instancia crear seres humanos más "avanzados" que los que la evolución (guiada o no por Dios, no es el caso ahora esta discusión) ha generado naturalmente. ¿Pero quién decide qué es ser "avanzado"? ¿Quién se abroga el papel de creador artificial? Y, sobre todo, ¿quién evalúa los impactos indirectos que tienen esas manipulaciones?
¿Qué significa entonces "superar el paradigma tecnocrático"? A mi modo de ver algo tan sencillo como reconocer que la técnica es un aliado, pero no es una guía ética. No debe hacerse todo lo que puede hacerse, porque la Naturaleza, y las personas como parte de ella, tienen muchas dimensiones y valores que no pueden juzgarse con criterios de eficiencia humana, a corto plazo y para interés individual. Es preciso superar ese paradigma, que el Papa toma en buena parte de la lúcida crítica a la modernidad que ya hizo Romano Guardini a mediados del pasado siglo. Conviene insistir que la ciencia y la técnica, sin guía ética, no necesariamente son beneficiosas. Criticar el modelo tecno-economicista no es estar en contra de la economía o la técnica, sino pedir que ambas sirvan a los intereses de todos los seres humanos, no sólo de unos pocos, y que en última instancia garanticen que el planeta siga siendo un lugar habitable, para nosotros y para otras especies. Por eso, la solución a los problemas ambientales no pasa únicamente por introducir tecnología que reduzca la contaminación del aire y del agua (que obviamente son necesarias), sino por solucionar la actitud de fondo que causa esa contaminación, la de quien piensa que vivimos en un planeta sin límites, hecho para nosotros solos (más bien para ellos solos), y justifica los atentados al medio como un medio para un desarrollo que no deja de ser una versión muy reducida de lo que realmente implica un progreso integral. Por eso, me parece imprescindible entender la conversión ecológica que plantea la Laudato Si' como un concepto muy amplio y hondo, que atañe a todas nuestras dimensiones: corporal, racional y espiritual. Como cualquier conversión esto implica un cambio radical de rumbo, muy bien reflejado en estas palabras del papa Francisco: «La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático» (LS 111). De nosotros depende que este cambio se produzca, al menos de que se produzca en nosotros mismos.

domingo, 28 de enero de 2018

El sentido del celibato

Hablar del celibato en el mundo que nos rodea parece tan exotérico como de hadas madrinas o centauros. Una sociedad que exalta hasta límites patológicos la sexualidad humana no entenderá fácilmente que haya personas que renuncien a ella por un fin espiritual. Ni lo entenderán ni lo creerán seguramente, pensando que todos los supuestos célibes en realidad llevan una vida oculta nada ejemplar. Casi siempre esta polémica sobre el celibato se ha circunscrito al de los sacerdotes, asociado al ministerio clerical en la Iglesia latina desde el siglo XII (I Concilio de Letrán), aunque ya se venía practicando desde la época apostólica. Sin embargo, conviene recordar que hay muchas otras personas, dentro y fuera de la Iglesia católica que viven también una vida célibe: budistas, hinduistas, algunas ramas del protestantismo, o incluso judíos o musulmanes decide abrazar un estado de vida más radicalmente orientado al cuidado de su vida espiritual y a la atención a otras personas. Incluso en la Roma clásica, una de las tareas de mayor relevancia social, el mantenimiento del fuego sagrado de Vesta, era ejercida por mujeres célibes, lo que indica que en muchas tradiciones religiosas se ha valorado a quienes seguían este camino.
Comprender la vida célibe de las personas laicas, que viven y trabajan en medio de las circunstancias cotidianas de la sociedad del siglo XXI, sin consagración clerical o religiosa, entender sus razones y penetrar en su vivencia son los objetivo de un libro que he publicado recientemente en la editorial Digital Reasons.  Está estructurado en cuatro capítulos: una revisión histórica de cómo el celibato espiritual se ha vivido en la tradición cristiana y en otras grandes tradiciones espirituales, con particular detalle en el celibato de los laicos en los primeros siglos de la Iglesia; el sustrato teológico en el caso del celibato de los laicos cristianos; el sentido último de esta dedicación, y finalmente algunas experiencias vivenciales de cómo se desarrolla este estilo de vida en la sociedad actual.
Obviamente el celibato para un cristiano es una respuesta a una llamada de Dios, no un plan para el perfeccionamiento personal. Como resumen de este libro podría afirmar que quien se da del todo a Dios, lo tiene Todo, porque Dios es Amor infinito. Por tanto, el célibe es alguien que sabe amar “con todo el corazón” a Dios y a los demás, como nos pide el primer y más importante mandamiento predicado por Jesús.  Una persona que vive el celibato espiritual no es alguien seco, que envidia lo que renuncia, sino alguien plenamente enamorado, que quiere tanto que no puede querer solo a una persona: quiere en primer lugar a Jesucristo, y después a todos los que Él pone cerca de su itinerario vital.

martes, 23 de enero de 2018

¿Por qué no yo?

Me gusta ver de vez en cuando alguna de las múltiples charlas TED que están disponibles en internet. Suele tratarse de temas interesantes, expuestos por personas que conocen bien esos temas y hacen un notable esfuerzo de comunicación. Aunque solo fuera para practicar inglés, ya valdrían la pena, pero generalmente el tema y el ponente le dan un valor añadido.
Buscaba el otro día alguna de las que han puesto más recientemente a disposición pública y me llamó la atención comprobar que había una del Papa Francisco. Me alegró mucho esta nueva manifestación de su interés por conectar con todo tipo de audiencias, usando si es preciso cualquier medio de comunicación. La intervención del Papa se ajusta a los criterios estándar de TED, durando casi exactamente los 18 m que exige este formato. El mensaje no tiene desperdicio en ninguno de esos 18 m. Ya lo han visto casi 3 millones de personas. No es un mensaje al uso, no habla de grandes directrices, ni ofrece soluciones tecnológicas innovadoras. Solo se dirige al corazón de las personas, de cada una y cada uno, a los que quieren construir un futuro distinto que incluya a todos los seres humanos, a todos.
En un momento del mensaje, se pregunta el Papa Francisco por qué las personas que descarta la sociedad son otros y no nosotros. -"¿Por qué no yo?" quien sufre la marginación, la carencia, la ignorancia... Me preguntaba eso el otro día cuando salía de tomar café con un amigo que trabaja en un centro de acogida de la Comunidad de Madrid. Trabaja con niños de 3 a 18 años, con terribles historias detrás que seguramente condicionarán su vida. ¿Por qué ellos y no yo? ¿Qué hace que ellos estén fuera, y cómo podemos acogerles?