Navidad viene de natividad y natividad de nacimiento, asi que lo que hoy celebramos es un nacimiento. ¿De quién? Parece que la amnesia colectiva no se acaba de enterar de quien, pero por mucho que se empeñen en ignorarlo algunos, estamos celebrando el nacimiento de Jesús. Hace años me contaba un vecino las piruetas que tenía en mente para celebrar la primera comunión laica de su hijo. "Mire usted, si no es cristiano, no tiene mucho sentido que celebre una primera comunión, que obviamente no tiene nada que ver con el sentido cristiano de recibir a Jesús en la comunión". Ocultar el sentido de la Navidad es tan estrafalario como las peripecias de mi vecino. Nos felicitan de todo, las fiestas, el año, hasta el solsticio de invierno como te descuides... con tal de no citar el nacimiento de Jesús. Como hay que poner adornos y no se puede citar a Jesús, acabamos decorando con las cosas más llamativas y menos cercanas a nuestro ambiente: un reno, un abeto, un muñeco de nieve, un señor gordo de rojo... Por otro lado, la imaginación del "frente anti-cristiano" es poco consistente. Si quieren un animal nuestro, que pongan un jabalí, si precisan un arbol hispano que pongan una encina, para un muñeco de nieve la cosa es complicada (con esto del cambio climático, las nevadas están bajo mínimos), si quieren a un señor gordo de rojo, que pongan un obispo (que por cierto, ese es el origen de Papa Noel = Santa Claus = San Nicolás de Bari, obispo italiano del s. IV).
A veces me pregunto, porque ese empeño en negar lo que estamos celebrando, en obviar el sentido último de lo que hoy celebramos: ¿Es posible que haya un Dios tan tierno que quiera hacerse un Niño, un simple Niño y haya gente que siga ignorandolo, o incluso quizá odiándolo?
Hace tres años estuve en Emiratos, en el mes de diciembre. Allí no había ningún signo navideño salvo en las pocas iglesias que allí se han construido. Es un país árabe, musulmán, y aunque tienen gran respeto por Jesús para ellos la Navidad no es una fiesta de especial relevancia. Lo entiendo. Pero esto no es Emiratos, ni Indonesia, ni Senegal... esto es un país con 2000 años de tradición cristiana. A nadie se le obliga a nada, nadie tiene por qué sentirse ofendido porque celebremos el nacimiento de Jesús. ¿Por qué negar la propia historia? ¿por qué menospreciar a quien se ha acercado tanto a nosotros que no viene con poder sino con la debilidad de un niño, con la misma vulnerabilidad de nuestro propio nacimiento?
Los cristianos nos alegramos enormemente de que Jesús no haya pensado en tantos que no le reconocerían, en tantos que no iban a alegrarse con su venida, que lo iban a ignorar, a odiar, a perseguir... a crucificar. Pese a todo quiso venir con nosotros, quiso acompañarnos, conocer de primera mano esa Tierra que su Padre había creado desde el inicio del mundo para que, también a El, le sirviera como hogar.
A veces me pregunto, porque ese empeño en negar lo que estamos celebrando, en obviar el sentido último de lo que hoy celebramos: ¿Es posible que haya un Dios tan tierno que quiera hacerse un Niño, un simple Niño y haya gente que siga ignorandolo, o incluso quizá odiándolo?
Hace tres años estuve en Emiratos, en el mes de diciembre. Allí no había ningún signo navideño salvo en las pocas iglesias que allí se han construido. Es un país árabe, musulmán, y aunque tienen gran respeto por Jesús para ellos la Navidad no es una fiesta de especial relevancia. Lo entiendo. Pero esto no es Emiratos, ni Indonesia, ni Senegal... esto es un país con 2000 años de tradición cristiana. A nadie se le obliga a nada, nadie tiene por qué sentirse ofendido porque celebremos el nacimiento de Jesús. ¿Por qué negar la propia historia? ¿por qué menospreciar a quien se ha acercado tanto a nosotros que no viene con poder sino con la debilidad de un niño, con la misma vulnerabilidad de nuestro propio nacimiento?
Los cristianos nos alegramos enormemente de que Jesús no haya pensado en tantos que no le reconocerían, en tantos que no iban a alegrarse con su venida, que lo iban a ignorar, a odiar, a perseguir... a crucificar. Pese a todo quiso venir con nosotros, quiso acompañarnos, conocer de primera mano esa Tierra que su Padre había creado desde el inicio del mundo para que, también a El, le sirviera como hogar.