El pasado miércoles, mientras buena parte de los madrileños se empotraban en la televisión ante la semifinal europea, presentamos un nuevo libro de la editorial Digital Reasons. Se centra en la renta básica universal, un concepto que tenemos a considerar como utópico o excesivamente idealista, archivándolo sin apenas consideración: pero la tiene, y mucho. Hay varios aspectos que conviene considerar sobre este asunto:
1. Los bienes de la tierra tienen un destino universal, esto es un principio moral que avala la Teología católica y otras muchas posiciones religiosas y filosóficas. ¿Como se concreta? Esto es mucho más difícil. Si el pastel es de todos parece justo que todos tomemos un poco, pero si uno piensa que solo pueden comer los que lo hayan elaborado, entonces la cosa se complica. En cualquier caso, se trata de una cuestión del bien común, de cómo distribuir el progreso que alcanzamos entre todos. Obviamente, abogar por el bien común es cosa muy distinta de pensar que todo tiene que ser común.
2. El sistema económico actual funciona con deficiencias. No sabemos bien cuál puede ser su reemplazo (el comunismo, obviamente, no lo fue), pero algo hay que hacer al respecto porque no tiene sentido que las desigualdades sociales sigan creciendo a la par que lo hace la riqueza global. Los pobres son un poco menos pobres y los ricos son mucho más ricos. Esto no es razonable, no crea sociedades justas, ni sanas socialmente. Las desigualdades extremas llevan a la pobreza marginal, a las carencias educativas, sanitarias y, en muchos casos, a la delincuencia. Hay que pensar en cómo distribuir los gastos sociales de manera más eficiente. No se trata solo de remediar situaciones límite, sino de conseguir que todos vivan con un minimo de bienestar.
3. La revolución tecnológica es imparable y va a suponer, ya lo está haciendo, una tremenda pérdida de puestos de trabajo. Las máquinas hacen mucho más barato, y tantas veces mejor, muchos trabajos que antes hacían los seres humanos. Esto se va a incrementar. Van a crearse otros trabajos nuevos si, pero casi nadie considera que en la misma proporción que los que se destruyen.
4. Los sistemas de renta básica asumen que la gente va a contribuir al sistema y no a aprovecharse de él. No somos ángeles,y en algunas sociedades donde es tan evidente la falta de ética pública, las cosas no apuntan bien para conseguir que la renta básica no degenere en abusos. Hay tarta actualmente para todos, obviamente, pero no sabemos qué pasaría si hubiera mucha gente que dejara de contribuir a construir la tarta.
5. La renta básica debería ser universal, esto es afectando a todos los seres humanos. De otra forma, solo queda el remedio a contruir vallas, que tanto denostamos en Trump. Por ejemplo, estando a menos de 10 km de Marruecos, el efecto llamada de una renta básica en España sería obvio, y no cabría dar unos beneficios universales solo a una clase de habitantes. Esto crearía disfunciones tan severas como vemos en Emiratos u otros países petroleros, con ciudadanos sumidos en el derroche y una inmensa proporción de inmigrantes tratados casi como esclavos.
Hay muchas otras consideraciones, pero dejo al lector a que extraiga sus propias conclusiones de la lectura del libro.
1. Los bienes de la tierra tienen un destino universal, esto es un principio moral que avala la Teología católica y otras muchas posiciones religiosas y filosóficas. ¿Como se concreta? Esto es mucho más difícil. Si el pastel es de todos parece justo que todos tomemos un poco, pero si uno piensa que solo pueden comer los que lo hayan elaborado, entonces la cosa se complica. En cualquier caso, se trata de una cuestión del bien común, de cómo distribuir el progreso que alcanzamos entre todos. Obviamente, abogar por el bien común es cosa muy distinta de pensar que todo tiene que ser común.
2. El sistema económico actual funciona con deficiencias. No sabemos bien cuál puede ser su reemplazo (el comunismo, obviamente, no lo fue), pero algo hay que hacer al respecto porque no tiene sentido que las desigualdades sociales sigan creciendo a la par que lo hace la riqueza global. Los pobres son un poco menos pobres y los ricos son mucho más ricos. Esto no es razonable, no crea sociedades justas, ni sanas socialmente. Las desigualdades extremas llevan a la pobreza marginal, a las carencias educativas, sanitarias y, en muchos casos, a la delincuencia. Hay que pensar en cómo distribuir los gastos sociales de manera más eficiente. No se trata solo de remediar situaciones límite, sino de conseguir que todos vivan con un minimo de bienestar.
3. La revolución tecnológica es imparable y va a suponer, ya lo está haciendo, una tremenda pérdida de puestos de trabajo. Las máquinas hacen mucho más barato, y tantas veces mejor, muchos trabajos que antes hacían los seres humanos. Esto se va a incrementar. Van a crearse otros trabajos nuevos si, pero casi nadie considera que en la misma proporción que los que se destruyen.
4. Los sistemas de renta básica asumen que la gente va a contribuir al sistema y no a aprovecharse de él. No somos ángeles,y en algunas sociedades donde es tan evidente la falta de ética pública, las cosas no apuntan bien para conseguir que la renta básica no degenere en abusos. Hay tarta actualmente para todos, obviamente, pero no sabemos qué pasaría si hubiera mucha gente que dejara de contribuir a construir la tarta.
5. La renta básica debería ser universal, esto es afectando a todos los seres humanos. De otra forma, solo queda el remedio a contruir vallas, que tanto denostamos en Trump. Por ejemplo, estando a menos de 10 km de Marruecos, el efecto llamada de una renta básica en España sería obvio, y no cabría dar unos beneficios universales solo a una clase de habitantes. Esto crearía disfunciones tan severas como vemos en Emiratos u otros países petroleros, con ciudadanos sumidos en el derroche y una inmensa proporción de inmigrantes tratados casi como esclavos.
Hay muchas otras consideraciones, pero dejo al lector a que extraiga sus propias conclusiones de la lectura del libro.
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