Tenemos otras elecciones a la vista, ocasión para reflexionar sobre los valores que defienden las distintas opciones políticas. En las declaraciones públicas, en los programas, en los mensajes que se envían a través de los medios tengo la impresión de anhelar lo imposible. No debería ser tan complicado encontrar políticos que respeten la vida desde su inicio hasta su fin, que defiendan la libertad de todos para expresar sus ideas, para elegir la educación que quieran para sus hijos, que se tomen en serio los temas ambientales, que defiendan a los más vulnerables socialmente, que estimulen una economía sostenible, donde primen las personas sobre los intereses financieros, que se preocupen eficazmente de conseguir la mejora en los servicios públicos, que apuesten por el diálogo con los demás, que acepten a los que no piensan como ellos, que no insulten, que sean honestos, que salgan de las barricadas culturales, que superen el frentismo, que quieran a su país, que valoren la cultura, que estimulen la ciencia y la investigación, que trabajen por el bien común y no por sus intereses, que digan a la gente lo que es posible hacer, que planteen metas difíciles pero den ejemplo de sacrificio para conseguirlas. En suma, políticos con valores cristianos de fondo, no sólo los que presumen de ello, no los que se aprovechan de parecerlo, no los que intentan simularlo...
No veo dónde, no veo quien, sólo respuestas parciales, sólo intereses propios, sólo afán de poder, de dominio,... Seguiré pensando. ¿Qué pasa en este país, tan utópico es lo que planteo? Alguien me da alguna sugerencia...
No veo dónde, no veo quien, sólo respuestas parciales, sólo intereses propios, sólo afán de poder, de dominio,... Seguiré pensando. ¿Qué pasa en este país, tan utópico es lo que planteo? Alguien me da alguna sugerencia...
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