Muy pocos expertos dudan ya de la gravedad y alcance de los problemas ambientales. Estamos afectando de tal manera a los ecosistemas terrestres que muchos autores incluso hablan de una nueva era geológica, el Antropoceno, caracterizado por el protagonismo de los impactos humanos sobre cualquier otro proceso natural. Está en juego nuestra pervivencia en esta casa común, así como el mantenimiento de formas de vida que no sólo tienen valor en sí mismos, entre otras cosas porque todas han sido creadas por Dios, sino que también nos resultan imprescindibles para mantener la nuestra, ya que nos proporcionan comida, aire y agua limpia, medicamentos y son fuente de paz y belleza que alienta y enriquece nuestro espiritu.
Muchos líderes religiosos han alertado en las últimas décadas sobre la necesidad de cambiar nuestros hábitos de vida. El modelo actual de progreso es insostenible ambientalmente, crea enormes injusticias sociales y no hace a la gente más feliz. Como bien indicaba el Papa Francisco en la Laudato si: “No basta conciliar, en un término medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservación del ambiente con el progreso. En este tema los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso (...) Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso” (Laudato si, n. 194).
En este marco, estamos organizando desde la cátedra de ética ambiental (Universidad de Alcalá - Fundación Tatiana Pérez de Guzman el Bueno) y la Fundación Promoción Social de la Cultura, el primer seminario internacional de diálogo entre Ciencia y Religión para el cuidado ambiental (ISSREC). El seminario tendrá lugar en el Santuario catolico de Torreciudad (Huesca). Asistieran científicos, teólogos y líderes religiosos de 12 países y 8 confesiones religiosas (cristianos, budistas, musulmanes, hindus y judíos). El objetivo es mejorar el dialogo entre la ciencia, que permite identificar y prevenir los problemas ambientales, y la religión, que permite impulsar cambios de estilos de vida, que reduzcan nuestro impacto ambiental. Es clave reconocer la importancia de las grandes religiones en cambiar nuestras escalas de valores. Como indicaba el Papa Francisco, y esto es aplicable a cualquiera de las grandes religiones de la Humanidad, “...la espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo” (Laudato si, n .222). La importancia de los problemas requiere tomar decisiones profundas, donde todos los posibles actores aportan su contribución. Las soluciones al problema no pueden pasar por eliminar seres humanos y considerarnos como el cáncer el planeta, sino por cambiar nuestra manera de relacionarnos con Dios, con los demás seres humanos y con las demás criaturas, pues además la degradación ambiental y la pobreza están íntimamente relacionadas: “Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (n.139)
Muchos líderes religiosos han alertado en las últimas décadas sobre la necesidad de cambiar nuestros hábitos de vida. El modelo actual de progreso es insostenible ambientalmente, crea enormes injusticias sociales y no hace a la gente más feliz. Como bien indicaba el Papa Francisco en la Laudato si: “No basta conciliar, en un término medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservación del ambiente con el progreso. En este tema los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso (...) Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso” (Laudato si, n. 194).
En este marco, estamos organizando desde la cátedra de ética ambiental (Universidad de Alcalá - Fundación Tatiana Pérez de Guzman el Bueno) y la Fundación Promoción Social de la Cultura, el primer seminario internacional de diálogo entre Ciencia y Religión para el cuidado ambiental (ISSREC). El seminario tendrá lugar en el Santuario catolico de Torreciudad (Huesca). Asistieran científicos, teólogos y líderes religiosos de 12 países y 8 confesiones religiosas (cristianos, budistas, musulmanes, hindus y judíos). El objetivo es mejorar el dialogo entre la ciencia, que permite identificar y prevenir los problemas ambientales, y la religión, que permite impulsar cambios de estilos de vida, que reduzcan nuestro impacto ambiental. Es clave reconocer la importancia de las grandes religiones en cambiar nuestras escalas de valores. Como indicaba el Papa Francisco, y esto es aplicable a cualquiera de las grandes religiones de la Humanidad, “...la espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo” (Laudato si, n .222). La importancia de los problemas requiere tomar decisiones profundas, donde todos los posibles actores aportan su contribución. Las soluciones al problema no pueden pasar por eliminar seres humanos y considerarnos como el cáncer el planeta, sino por cambiar nuestra manera de relacionarnos con Dios, con los demás seres humanos y con las demás criaturas, pues además la degradación ambiental y la pobreza están íntimamente relacionadas: “Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (n.139)
No hay comentarios:
Publicar un comentario