miércoles, 13 de enero de 2016

Reforma y Ruptura

Estos días estaba buscando en internet la cita bibliográfica de un poema de Santa Teresa que me gusta especialmente: "Nada te turbe, nada te espante...". Como la red es el refugio de todo tipo de escritos, paradójicamente a veces es mas difícil encontrar la fuente de una cita muy conocida que de otras menos usadas. Me llamó la atención que una de las páginas que el buscador sugería para mi búsqueda estaba tomada de un medio protestante. Leí con atención la referencia que hacían, precisamente de una de las santas que más eficazmente reformó la Iglesia, casi en el mismo periodo que Lutero se empeñaba en separarla.
Tengo varios amigos evangélicos, de los que admiró su fe y su vida de oración. En modo alguno, este escrito pretende ofenderles, pero realmente me resulta curioso que en un medio protestante se alabe a una santa católica, asumiendo -y eso es lo que me resultó más curioso- que santa Teresa era tan reformadora como ellos. El único argumento que se daba es que Teresa fue denunciada a la Inquisición, como sospechosa de herejía. Acabo de leer una magnífica biografía de la santa, que muestra en múltiples referencias de sus obras y sus cartas, que la reformadora del Carmelo no simpatizaba para nada con el supuesto reformador alemán, y que se sintió en todo momento hija de la Iglesia. Sus problemas con la Inquisición no pasaron a mayores, como sí ocurrió con otros eclesiásticos y seglares por razones que no siempre tenían que ver con la ortodoxia católica. Ahora bien, el elemento más llamativo de la supuesta vinculación protestante de santa Teresa de Jesús es considerar que cualquier reformador de los abusos o los vicios de la Iglesia de la época tenía el espíritu de Lutero. En realidad, Lutero contribuyo más bien poco a la reforma de la Iglesia. En una película que se estrenó hace unos años, el mentor espiritual de Lutero, el prior del monasterio agustino donde vivía, le comenta al final de su vida: "Yo te pedí que reformaras la Iglesia, no que la destruyeras". Efectivamente, de la supuesta reforma protestante no se concluyó más mejoras para la Iglesia que la reacción a que dio lugar, pero las iglesias separadas: luterana, calvinista, anglicana, baptista, y un larguísimo etc. lo siguen estando, tras cinco siglos de las tesis de Wittenberg. La ruptura que inició Lutero desgarró Europa en las siguientes décadas, tanto en el terreno religioso como en el político y cultural. Hoy, la separación de los que seguimos a Jesucristo sigue siendo ocasión de escándalo para los no creyentes.
Ciertamente la reforma de la Iglesia era necesaria en aquellos tiempos -y siempre, porque el trigo está asociado a la cizaña como nos indica Jesús en el Evangelio-, pero la actitud y los medios de santa Teresa, san Ignacio, san Francisco Javier o san Francisco de Sales son bien distintos de los que emplearon Lutero, Calvino o Zwinglio. Solo se puede reformar algo desde dentro, cambiando lo que sea preciso, no inventando una institución paralela.

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