Hace algunos años recuerdo un suceso familiar que me impactó especialmente. Charlando con mi padre, que era un convencido agnóstico y bastante de izquierdas, me intentaba demostrar cómo los cristianos siempre habían estado cercanos al poder y lejanos de lo que él llamaba "pueblo", despreocupados de las necesidades de quienes más sufrían. Mi padre, como la mayor parte de los españoles de los que lucharon en el bando republicano, tenía una visión bastante polarizada de las cosas, con cierta tendencia a incluir a la gente a un lado o a otro de las trincheras. La trayectoria histórica de nuestro país, sin embargo, no hace plena justicia a este esquema dicotomista. Si entendemos por ser de izquierdas una preocupación sincera por las necesidades de los demás, particularmente de los más desfavorecidos, no sólo veo incompatibilidad con el cristianismo, sino más bien una enorme cercanía. Quienes mas han sufrido la debacle económica de los últimos años en nuestro país lo saben bien. Pero no es un situación aislada: a lo largo de nuestra Historia la Iglesia no sólo creó la Inquisición (que parece resumir todo), sino miles de hospitales, albergues, centros de acogida, escuelas, cooperativas de trabajo y otras muchas instituciones que muestran hasta dónde llega el compromiso de los cristianos con quienes más lo necesitan.
Otra cosa es que muchos hayan redefinido que significar ser de izquierdas, convirtiendo los objetivos tradicionales (progreso de quienes menos tienen) en una nueva agenda de ingeniera social, donde parece que el aborto, la ideología de género o la eutanasia son las metas principales. Ahí no nos encontrarán a los cristianos, que siempre estaremos por la vida, pero no es responsabilidad nuestra, sino de quien cambió las prioridades.
Otra cosa es que muchos hayan redefinido que significar ser de izquierdas, convirtiendo los objetivos tradicionales (progreso de quienes menos tienen) en una nueva agenda de ingeniera social, donde parece que el aborto, la ideología de género o la eutanasia son las metas principales. Ahí no nos encontrarán a los cristianos, que siempre estaremos por la vida, pero no es responsabilidad nuestra, sino de quien cambió las prioridades.
Pensaba en estas cosas mientras leía el último libro que hemos publicado en la editorial Digital Reasons, dedicado al Sentido cristiano del sindicalismo. El autor es militante de uno de los sindicatos mayoritarios y persona convencida de su fe. Reflexiona sobre la doctrina social de la Iglesia en este ámbito, tan avanzado que haría sonrrojarse a algunos pensadores de izquierdas, así como el papel histórico que tuvo la Iglesia en el renacimiento de las organizaciones sindicales, en las últimas décadas del franquismo. Muchas personas admiramos a Juan Pablo II, que pronto será canonizado, pero algunos de éstos parece que le han leído poco, o lo han hecho selectivamente, olvidándose de sus encíclicas sociales, como Solicitude Rei Sociales o Centesimus Annus. También les vendría bien releer la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI. Igual descubren que la preocupación por quienes la sociedad tantas veces desprecia no es exclusiva del Papa Francisco.
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