domingo, 20 de mayo de 2012

In dubio, libertas

Con ocasión de la polémica sobre las declaraciones del obispo de Alcalá de Henares durante su homilia del Viernes Santo, que han dado lugar a un barullo mediático completamente desproporcionado, me permito recordar del viejo aforismo latino, bien conocido por los estudiantes de derecho "in dubio, pro reo" , que sienta un principio básico de la lógica penal: es necesario probar una conducta equivocada. En otras palabras, sobre el acusado siempre cae el beneficio de la duda, siempre es inocente hasta que no se demuestre fehacientemente su culpabilidad.
En el caso de D. Juan Antonio Reig parece que el viejo aforismo no se aplica, supongo que por aquello de que para criticar a la Iglesia pueden saltarse cualquier principio de la razón o la lógica. Si alguien acusa al obispo de Alcalá de perseguidor de los homosexuales, tendrá que demostrarlo fehacientemente; de lo contrario tendremos que asumir la inocencia de quien habló en virtud de algo tan sagrado como la libertad de conciencia. Que una persona manifieste sus convicciones, que honestamente piensa que son principios válidos para el conjunto de la sociedad, es algo que debería ser bien recibido, estemos o no de acuerdo con tales convicciones. Uno puede honestamente pensar que las centrales nucleares son la solución mágica al problema de la energía, y no por eso va metiendo en la cárcel a los ecologistas que se manifiestan contra ellas. Uno puede honestamente pensar que la guerra de Afganistán no tiene ningún sentido, y no por eso insulta y escarnece a quién la defiende. Uno puede honestamente pensar que la homosexualidad es una alternativa moral equivocada y eso no le hace merecedor del ostracismo o la vejación pública. Vivimos en un país libre, y cada uno puede opinar lo que le parezca razonable, que será tanto más razonable cuanta más razones dé a favor de su postura. El obispo de Alcalá tiene el mismo derecho que cualquier ciudadano a expresar sus opiniones morales. Es más, para un católico no sólo tiene derecho sino también obligación, ya que los líderes religiosos tienen como principal misión fomentar unos valores espirituales y morales. Cada uno es libre de conceder o no al obispo ese papel, como cada uno es libre de ser católico, profesar otra religión o ninguna.
Es humano disentir y gran riqueza para una sociedad poder escuchar opiniones variadas. La base del diálogo es la escucha de quienes piensan de otro modo.  Los líderes de la Iglesia católica también tienen derecho a manifestar lo que consideran un bien para la sociedad, igual que cualquier otro ciudadano de este país. Censurar a alguien, condenarle al relegamiento público por unas opiniones distintas, es propio de otra época, que pensaba habíamos superado. Me parece que todavía tenemos mucho que aprender en este país del respeto que merecen quienes mantienen otras posturas, particularmente cuando lo hacen con argumentos y no con gritos o insultos. En cualquier caso, en la duda, siempre por la libertad.


2 comentarios:

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  2. Muito bom artigo.
    É pena que hoje em dia não se respeitem as palavras verdadeiras e sábias de quem defende a moral sem ofender. Por isso nós católicos devemos unir-nos e rezar pelo bem dos que pensamos estar a defenderemm a vontade de Deus.Sendo estes em primeira linha os bispos da igreja que devem sempre fazer prevalecer as boas condutas e a moral que levem a salvação em Cristo.

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