Vivimos en un país de raíces cristianas, que tienen muchas manifestaciones en la vida ordinaria, algunas de las cuales poca gente conecta con su origen religioso. Una muy sencilla es que los domingos sean fiesta laboral. A algunos les puede parecer una decisión arbitraria (da igual el domingo que el lunes o el jueves), a otros fruto del acuerdo (igual piensan que es parte de la negociación colectiva) y otros ni siquiera se lo plantean: disfrutan de la fiesta y mañana será otro día.
Como todo tiene su por qué, y buena parte de las cosas que vivimos sus raíces históricas, lo primero que convendría no dar por supuesto es el hecho mismo de que exista una día de fiesta. Eso también tiene un origen religioso, pues en el periodo pre-cristiano, en plena esclavitud además, no siempre estaba claro que hubiera que descansar del trabajo. La Iglesia intentó promover que así fuera, para dejar a los trabajadores un día festivo para poder asistir a la Santa Misa, cumpliendo el cuarto mandamiento del Decálogo ("Santificarás las fiestas"). La elección más obvia era el domingo, pues se produjo la principal festividad del calendario
cristiano: la resurrección de Jesucristo que, como nos indican los Evangelios ocurrió "el primer día de la semana..." (recordemos que el Sabat era y es el día festivo del judaísmo, por tanto el domingo era entonces el primer dia de la semana laboral). Precisamente por eso el primer día de la semana comenzó a llamarse domingo en las lenguas derivadas del latín, Dies Domini, el día del Señor.
En consecuencia si es festivo es precisamente porque es el día del Señor, el día en el que los cristianos honramos especialmente a Dios, participando en el acto de culto más importante de nuestra fe: la Santa Misa. En el domingo pueden hacerse muchas cosas: limpiar el coche, pasear al perro, visitar a la suegra, hacer deporte, leer el periódico (con suplementos), desayunar tarde, echar un mus, tomar el aperitivo y un largo etcétera, pero sobre todo y principalmente, es el día ideal para dedicar un poco más de tiempo a Dios, participando activamente en el memorial de su Pasión y disfrutando de paso de la compañía de otros católicos que también se alegran de celebrar esa fiesta.
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