martes, 25 de diciembre de 2018

Feliz Navi... qué?

Navidad viene de natividad y natividad de nacimiento, asi que lo que hoy celebramos es un nacimiento. ¿De quién? Parece que la amnesia colectiva no se acaba de enterar de quien, pero por mucho que se empeñen en ignorarlo algunos, estamos celebrando el nacimiento de Jesús. Hace años me contaba un vecino las piruetas que tenía en mente para celebrar la primera comunión laica de su hijo. "Mire usted, si no es cristiano, no tiene mucho sentido que celebre una primera comunión, que obviamente no tiene nada que ver con el sentido cristiano de recibir a Jesús en la comunión". Ocultar el sentido de la Navidad es tan estrafalario como las peripecias de mi vecino. Nos felicitan de todo, las fiestas, el año, hasta el solsticio de invierno como te descuides... con tal de no citar el nacimiento de Jesús. Como hay que poner adornos y no se puede citar a Jesús, acabamos decorando con las cosas más llamativas y menos cercanas a nuestro ambiente: un reno, un abeto, un muñeco de nieve, un señor gordo de rojo... Por otro lado, la imaginación del "frente anti-cristiano" es poco consistente. Si quieren un animal nuestro, que pongan un jabalí, si precisan un arbol hispano que pongan una encina, para un muñeco de nieve la cosa es complicada (con esto del cambio climático, las nevadas están bajo mínimos), si quieren a un señor gordo de rojo, que pongan un obispo (que por cierto, ese es el origen de Papa Noel = Santa Claus = San Nicolás de Bari, obispo italiano del s. IV).
A veces me pregunto, porque ese empeño en negar lo que estamos celebrando, en obviar el sentido último de lo que hoy celebramos: ¿Es posible que haya un Dios tan tierno que quiera hacerse un Niño, un simple Niño y haya gente que siga ignorandolo, o incluso quizá odiándolo?
Hace tres años estuve en Emiratos, en el mes de diciembre. Allí no había ningún signo navideño salvo en las pocas iglesias que allí se han construido. Es un país árabe, musulmán, y aunque tienen gran respeto por Jesús para ellos la Navidad no es una fiesta de especial relevancia. Lo entiendo. Pero esto no es Emiratos, ni Indonesia, ni Senegal... esto es un país con 2000 años de tradición cristiana. A nadie se le obliga a nada, nadie tiene por qué sentirse ofendido porque celebremos el nacimiento de Jesús. ¿Por qué negar la propia historia? ¿por qué menospreciar a quien se ha acercado tanto a nosotros que no viene con poder sino con la debilidad de un niño, con la misma vulnerabilidad de nuestro propio nacimiento?
Los cristianos nos alegramos enormemente de que Jesús no haya pensado en tantos que no le reconocerían, en tantos que no iban a alegrarse con su venida, que lo iban a ignorar, a odiar, a perseguir... a crucificar. Pese a todo quiso venir con nosotros, quiso acompañarnos, conocer de primera mano esa Tierra que su Padre había creado desde el inicio del mundo para que, también a El, le sirviera como hogar.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Conocer mejor el islam

Decían los primeros cristianos a sus perseguidores una frase que sirve para referirnos a todo aquello a lo que desmostramos prejuicios: "dejan de odiar los que dejan de ignorar", pues ciertamente juzgar sin conocer es sinónimos de juzgar equivocadamente. Por eso es importante conocer bien los grandes temas que circundan nuestra esfera cultural, los que encontramos con tanta frecuencia en los medios de comunicación, casi siempre tratados de manera muy básica, cuando no muy tosca.
Un ejemplo del impacto que tiene este desconocimiento es nuestra actitud ante otras religiones, o incluso de no creyentes ante otras religiones. Los cristianos españoles nos sentimos muchas veces mal juzgados por las personas no creyentes, pero también es de justicia reconocer que juzgamos a otros creyentes de manera simplista o abiertamente injusta. Me parece que esto nos pasa especialmente en lo que se refiere a los musulmanes, supongo que por nuestra larga tradición histórica de enfrentamiento, lamentablemente azuzada por el impacto mediático del islam más radical.
Para entender mejor qué es el islam, sus distintas tendencias, sus realizaciones históricas y su situación presente, recomiendo el libro recientemente publicado por el profesor Juan Martos Quesada, gran conocedor del mundo islámico, tanto en sus raíces históricas como en su desarrollo cultural presente. Conocer el Islam proporciona una visión comprehensiva de esta religión monoteista, ampliamente extendida, sobre todo en el Medio Oriente, el centro norte de Africa y el sureste asiático. Ligada a la tradición árabe, conviene recordar que el país musulmán más poblado es Indonesia, muy alejado culturalmente de los paisajes en los que predicó Mahoma. El libro del prof. Martos aporta una visión muy equilibrada sobre el islam, incluyendo sus principales prácticas religiosas, las distintas ramas que lo conforman, y las distintas escuelas interpretativas. También hace mención al desarrollo literario, artístico, filosófico y científico presente en el mundo musulmán, que lejos de ser una unidad monolítica incluye tradiciones culturales muy variadas.
Un libro ameno e ilustrativo, que servirá al lector para ir más allá de los tópicos al uso, y entender mejor tanto los atractivos como las contradicciones que se presentan en una tradición religiosa que ya practican más de 1.100 millones de personas en el mundo.

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domingo, 9 de diciembre de 2018

Abierto a la propia tradición

Ayer felicité por whatsapp a una compañera del departamento, que se llama Inmaculada. Lo hice a través del grupo. A mi felicitación se fueron uniendo las del resto de los integrantes del mismo. Me llamó la atención que varios se extrañaban de mi mensaje, pues obviamente no habían caído en la cuenta de que estabamos celebrando la fiesta de la Inmaculada Concepción. Era fiesta laboral, estaban de fiesta de hecho, pero no sabían bien por qué. Huelga decir que si no identifican la fiesta, menos aún sabrán por qué es fiesta, esto es por qué una conmemoración referida a la Madre de Jesús se considera suficientemente relevante como para que ni ellos, ni casi nadie en España, trabajaran. Menos aún sabrán por qué el Papa va cada 8 de diciembre a poner unas flores a la estatua de la Inmaculada que hay enfrente de la embajada española en Roma, ni por qué está esa estatua precisamente en ese sitio. De ahí a indicarles el papel que tuvo España como nación, y los teólogos españoles, en la declaración de ese dogma, llevaría un largo camino.

Esto es solo un ejemplo de qué pasa cuando uno desconoce una parte importante de la cultura en la que se encuentra inmerso, así de sencillo. Si voy a un templo budista y no sé nada de budismo, no entenderé casi nada de lo que allí observe. Si voy a una mezquita y no sé nada del islam, pasará algo parecido: observaré sin entender a fondo lo que estoy observando.
Hace poco estaba revisando las competencias que recomienda el Consejo de Universidades para extender la sostenibilidad de modo trasversal, a todos los grados. Me dio que pensar uno de ellos, que abogaba porque los estudiantes tuvieran capacidad de entender y estuvieran abiertos a culturas distintas a la suya. Me parece loable ser persona de mente abierta, dispuesto al conocimiento y al diálogo con personas que tienen raíces muy distintas a las nuestras. Ahora bien, eso implica obviamente que tenemos una cultura propia, y que la conocemos bien; en suma, que tenemos algo de lo que dialogar, algún valor que ofrecer. El pasado año estuve en Irán en un congreso, y comentando las costumbres que allí veía con un colega alemán, me indicó que le parecía muy bien que mantuvieran esas tradiciones culturales, pues la cultura propia es raíz de la propia identidad. Lo curioso es que los europeos, tanto él como nosotros, parece que hemos abandonado la cultura propia, de obvias raíces cristianas, para establecernos en una contra-cultura que solo sabe criticar al pasado, en lugar de construir sobre él. Una cultura sin tradición es un artefacto: no puede generarse cultura a base de cuatro tópicos. Así acabamos celebrando Halloween y comprando en el Black Friday. El rechazo a la propia historia, a la tradición cultural de nuestro país es parte de la crisis de valores en que nos encontramos. La cultura es todo: catedrales, fiestas, gastronomía, música, literatura, virtudes, valores, modos de ver el mundo. Si rechazamos la nuestra, sin apenas conocerla, es difícil que construyamos nada que realmente nos enriquezca, que aporte algo al resto del mundo. "Spain is different" solía decirse hace unas décadas. Sí lo es, lo era,  quizás lo vuelva a ser si salimos de la amnesia colectiva en la que parecemos haber caído.