domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Por qué el bien resulta atractivo?



En ocasiones tendemos a exagerar los rasgos negativos de la sociedad contemporánea, sin apreciar las muchas cosas estupendas que nos brinda, particularmente en el orden material. La afluencia de bienes ciertamente ha ido paralela a una pérdida de relaciones humanas: las sociedades más avanzadas técnica y económicamente son muchas veces las más egoístas, las menos solidarias, pues parece que ponemos más confianza en esos bienes que en las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Sin embargo, en el fondo todos estamos deseando que esos valores se propaguen, que la sociedad sea más justa, más generosa, más solidaria, más digna de lo mejor de la naturaleza humana. Por eso, a todos nos resultan admirables los ejemplos de las personas que muestran actitudes de generosidad, quizá heroica, con motivo de un desastre natural o de circunstancias extraordinarias, y repudiamos los comportamientos contrarios. Estos días me llegó el enlace a un anuncio que ha publicado en Youtube una compañía Tailandesa de comununicaciones. Muestra una historia sencilla, pero que a todos nos conmueve:

En el fondo, a todos nos resulta atractivo el bien y rechamos el mal, aunque en la práctica no siempre estemos dispuestos a actuar conforme a esos planteamientos, que consideramos ideales, pero nos faltan muchas veces coherencia para vivirlos.
No es trivial preguntarse por qué nos resulta atractivo el comportamiento bueno. El genial escritor C.S. Lewis dedica la primera parte de su obra "Mero Cristianismo", para muchos el mejor texto de teología natural del s. XX, a  reflexionar sobre esta realidad, concluyendo que esa tendencia innata al bien es parte de la estructural moral que Dios ha puesto en el ser humano, es en el fondo un argumento de gran peso antropológico para mostrar la comunidad de valores, que no parece razonable sea fruto de una coincidencia universal.

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