Católicos tradicionalistas

Ayer estaba preparando unas clases que voy a impartir en el marco del año de la fe. Buscaba en internet una referencia a una encíclica de San Pio X, y me saltó en Google un blog de una Fundación denominada San Vicente Ferrer, de la que no había oído hablar. Como siempre resulta de interés saber cosas nuevas sobre el dominico valenciano, me entretuve unos minutos leyendo el citado blog. Ante mi sorpresa, encontré que se trataba de una asociación católica tradicionalista, que por amor a la Tradición ha acabado separándose de la Tradición Católica. Indican en su página que: "El fin principal de la Fundación es luchar por la preservación de la fe tridentina, contra las herejías del Vaticano II y la busqueda de la unidad entre sacerdotes y obispos que conservan la Fe de la Santa Madre Iglesia contenida en los Concilios anteriores al Vaticano II, y la elección de un Papa válido". ¡Nada más y nada menos que consideran al Concilio Vaticano II como herético y a Benedicto XVI como un papa ilegítimo!

Resulta lamentable que en el mundo actual, donde el Cristianismo se bate en mil frentes con la mentalidad agnóstica que intenta ahogar la cultura contemporánea, existan rupturas internas. Personas seguramente muy convencidas de su fe, piadosas, que deciden corregir a la Iglesia creando su propia versión del catolicismo, arrogandose la intepretación en exclusiva del deseo de Jesucristo. No es la primera vez en la Historia que se desgajan ramas de la Iglesia, grupos que convencidos de su propia

verdad, acaban contradiciendo al propio Fundador de la Iglesia, el mismo Jesús, que quería a todos los cristianos estemos unidos "como un solo rebaño, bajo un único Pastor": El mismo. Entre esos grupos separados de la Iglesia casi siempre existía el interés de crear una iglesia más cercana al Evangelio, pero ese buen deseo se acabó siempre estrellando en el orgullo de quien se considera por encima de los que legítimamente detentan la autoridad: el Papa y los obispos, como sucesores históricos de San Pedro y los demás apóstoles. Este no es el primer grupo escindido de la Iglesia que la considera herética y al Papa poco menos que el Anticristo: ya lo hicieron antes los arrianos, los monofisitas, los albigenses, y una amplia gama de denominaciones protestantes, con el mismo Lutero a la cabeza. ¿La Iglesia necesita mejorar, reformar aspectos? Por supuesto, pero reformar la Iglesia no es lo mismo que romperla. En esas épocas y ahora, cuando se pierde la esencia, lo que está por encima de las debilidades de quienes forman la iglesia visible, el resultado es la escisión: deberían recordar la parábola de la vid y los sarmientos. Da pena que tantos jóvenes se entreguen a Dios en un camino que es estéril, porque se ha apartado de la vid verdadera.

Esta asociación de sacerdotes y monjas tradicionalistas considera herético el Concilio, no acepta a los Papas posteriores, ni el Catecismo, ni el Código de Derecho Canónico, ni la Liturgia postconciliar. En suma, se pone en contra de las decisiones tomadas por obispos de todo el mundo, en comunión con el Papa, lo que para la Iglesia de todos los tiempos supone materia segura de fe.  Paradójicamente se convierten en heterodoxos por defender la ortodoxia. Me recuerdan el caso del sacerdote norteamericano Leonard Feeney, que entendía tan estrictamente el principio teológico «fuera de la Iglesia no hay salvación», que se empeñaba en afirmar que sólo podían salvarse los miembros de la Iglesia Católica. Advertido que no era ésa la forma correcta de entender ese principio, se empeñó en mantenerlo, contra la opinión del mismo Santo Oficio. Su obstinación le llevó a dejar la Iglesia, seguramente pensando que él era el único que representaba la doctrina correcta. ¿Tiene alguna lógica que alguien esté fuera de la Iglesia pensando que fuera de la Iglesia no hay salvación?