Con el rapidez que da el convencimiento sobre un tema que define su ideología, el nuevo gobierno se ha apresurado a iniciar los trámites para el debate parlamentario sobre la eutanasia. Una vez más estamos ante una cadena de eslóganes y se hurta el debate profundo sobre un tema de gran calado, que va a modificar nuestra relación futura con el sistema sanitario. Que un médico se oriente a facilitarte la muerte en lugar de a procurarte la vida es un cambio nuclear en la medicina. Ya ocurrió con el aborto, y las perspectivas se plantean de la misma forma. Lo que se introdujo y aprobó como una excepción, únicamente aceptable para casos extremos (todos nos acordamos de los ejemplos que se ponían en los años ochenta, seguramente muchos inventados por los promotores de la ideología abortista), se convirtió apenas veinte años más tarde en "aborto a la carta". Nadie se cree que los 100.000 abortos que se perpetran en España sean consecuencia de casos extremos. Simplemente se ha convertido en un medio para acabar con los niños con discapacidad (en nombre de un concepto del progresismo que casi nadie entiende) o como un recurso anticonceptivo.
Lo mismo pasará con la eutanasia. Primero son las imágenes de enfermos terminales agobiados por la presión terapeútica (que estoy seguro es absolutamente excepcional), y luego serán los viejos con enfermedades largas (y, ojo, costosas) los que serán impelidos a pedir la eutanasia, por familias que tienen otras cosas que hacer que "cuidar viejos", o por un sistema sanitario que será difícil de mantener económicamente. Quien no lo haga será considerado egoísta con su familia o insolidario con el estado. Una vez que se abra esa puerta, quedará abierta para acabar con la vida de quien no habría nunca pedido ese final. Los mayores acabarán por tener miedo a ir al hospital, porque dudarán si les van a curar o a terminar. La pendiente resbaladiza acabará afectando a las personas más vulnerables, con menos recursos para pagar tratamientos caros o con menos cariño familiar que les asista. No entiendo el progresismo de la medida, no entiendo que la eutanasia -como el aborto- sea una bandera de la izquierda: sufren los más débiles, es una solución que no soluciona nada.
Lo mismo pasará con la eutanasia. Primero son las imágenes de enfermos terminales agobiados por la presión terapeútica (que estoy seguro es absolutamente excepcional), y luego serán los viejos con enfermedades largas (y, ojo, costosas) los que serán impelidos a pedir la eutanasia, por familias que tienen otras cosas que hacer que "cuidar viejos", o por un sistema sanitario que será difícil de mantener económicamente. Quien no lo haga será considerado egoísta con su familia o insolidario con el estado. Una vez que se abra esa puerta, quedará abierta para acabar con la vida de quien no habría nunca pedido ese final. Los mayores acabarán por tener miedo a ir al hospital, porque dudarán si les van a curar o a terminar. La pendiente resbaladiza acabará afectando a las personas más vulnerables, con menos recursos para pagar tratamientos caros o con menos cariño familiar que les asista. No entiendo el progresismo de la medida, no entiendo que la eutanasia -como el aborto- sea una bandera de la izquierda: sufren los más débiles, es una solución que no soluciona nada.