domingo, 20 de mayo de 2018

La enseñanza de la religión en las escuelas

Hemos presentado recientemente en la editorial que promuevo un interesantísimo libro que analizar el panorama de la asignatura de Religión en las escuelas europeas. El profesor de la Universidad de Zaragoza, Alejandro González-Varas, hace un recorrido por los países de nuestro entorno sobre la situación legal de esta materia, tan controvertida en nuestro país, sin duda uno de los caballos de batalla más polémicos en cualquier reforma legal de la educación.
En esta cuestión, como en otras muchas, se confirma que están más extendidos los prejuicios que los conocimientos, y que las cuestiones de fondo se saldan con el recurso fácil al cliché, al manido eslogan, dejando al margen los debates serios. Nuestros políticos, particularmente los que presumen de ser de izquierdas, saben que ganan prestigio en sus audiencias cuando critican a la Iglesia, con ocasión y sin ella, y que cuanto más anticlericales (o antireligiosos) se muestren, más reputación de progresismo les acompañará. Lástima que no se muestre ese mismo progresismo en otros frentes que son mucho más relevantes: sobriedad y coherencia de vida, cuidado del ambiente, promoción real de la educación o la sanidad de calidad, política económica o protección de la familia. Todo eso, que era el discurso de la izquierda moral, puede negociarse, pero la denigración, o aniquilización si es posible, de la religión parece postulado inamovible. Ojalá algún día tengamos políticos verdaderamente cristianos de izquierda, o políticos verdaderamente de izquierda cristianos, o al menos abiertos al hecho religioso: en este país es una categoría bastante inédita.
https://www.digitalreasons.es/libro.php?valor=La%20ense%C3%B1anza%20de%20la%20religi%C3%B3n%20en%20Europa
Pero vuelvo al tema de esta entrada. La religión es una asignatura impartida de modo confesional y evaluable en el curriculum en países europeos muy variados, como Grecia, Austria o Finlandia, que pasa por ser el ideal de calidad educativa (aunque los gurús educativos parece que no comentan mucho sobre este presencia de la religión en la escuela finlandesa). A la lista pueden añadirse Bélgica, Alemania, Letonia, Lituania o Polonia. En todos los casos, la religión es de obligada impartición y los padres de los alumnos eligen la tradición religiosa que se adecúa a sus creencias (católica, ortodoxa, luterana, islámica, etc.).  Otros países ofrecen la misma religión confesional pero de modo voluntario, generalmente fuera del horario escolar, como es el caso de Bulgaria, Hungría, Portugal o la República Checa. En tercer lugar, hay otros países donde la religión se imparte como una materia obligatoria sin carácter confesional, como un aspecto más de la cultura humana. Este es el caso del Reino Unido, Suecia o Noruega. Finalmente, hay muy pocos países, pese a lo que digan algunos políticos o formadores de opinión interesados, donde no se imparta enseñanza religiosa en absoluto: caso de Francia, Albania o Eslovenia, si bien en el país galo se están replanteando esa decisión (muy propia de la concepción republicana de ese país) ante el impacto cultural que la ignorancia religiosa tienen entre sus jóvenes habitantes.
En suma, la religión es una dimensión cultural imprescindible de la educación humana. Es clave para entender el contexto histórico y una gran cantidad de manifestaciones artísticas (cuando entré por primera vez en un templo budista, entendí lo difícil que se hará disfrutar de una catedral a quien no sepa nada del cristianismo). Enseñar adecuadamente esta disciplina es clave para formar cultural y moralmente a nuestros alumnos. Una visión más amplia permitirá superar trasnochados laicismos, que no ayudan a promover un verdadero progreso.

domingo, 6 de mayo de 2018

¡Qué difícil es rezar en las iglesias!

Tengo costumbre de hacer un rato diario de oración, donde intento dialogar con Dios, contarle mis inquietudes, conocerle un poco más, escuchar sus sugerencias...
Escuché un viejo chiste, en el que le preguntaban a un recluta para ascender a cabo, -¿dónde está Dios?. El contestaba: -"Estar, estar, está en todas partes, pero donde mayormente para es en las iglesias".
No es fácil hablar con Dios, no es evidente, y por tanto -al menos a mi me pasa- se requiere un cierto sosiego exterior para "pegar la hebra". Claro que puedes decirle cosas mientras vas en el metro, paseando por la calle, o incluso en medio del trabajo, pero para hablar tranquilamente se requiere una cierta tranquilidad, silencio, aislamiento del barullo exterior. Y eso, junto a la presencia de Jesús en la Eucaristía, es lo que busco cuando intento hacer mi rato diario de oración en una iglesia. Pero no siempre es fácil. Es más, a veces resulta bastante difícil, por dos razones principalmente: o porque la iglesia está cerrada, o porque hay ruido dentro. Ambas cosas no se entienden bien. ¿Para qué sirve una iglesia que está cerrada? Entiendo que puede haber energúmenos que puedan agredir al templo y es preciso ser precavido, pero ¿realmente es necesario tener las iglesias cerradas la mayor parte del día, abriéndolas apenas unos minutos antes de las celebraciones eucarísticas?
Si hay suerte y está abierta, todavía me resulta más frustante que haya ruido en el interior. ¿No hay sitios para charlar, mucho más interesantes que una iglesia? ¿Es tanto el ruido exterior que hemos cogido horror al silencio? No siempre es ruido de cháchara, a veces son devociones de unas personas piadosas, que rezan el rosario u otras oraciones en voz alta. Me parece muy bien que lo hagan, pero ¿tiene que ser precisamente en el único rato que está la iglesia disponible?
Pongo tres ejemplos. En mi parroquia, solo se abre 30 m antes de la misa, y siempre hay personas rezando el rosario en ese rato, asi que ya he decidido buscar otro templo. El pasado viernes tenía una reunión cerca de la catedral, asi que entré en la cripta de la Almudena a hacer ese rato de meditación. En la capilla del Santísimo, reservada para la oración, unas piadosas señoras rezaban las letanías del Sagrado Corazón. Me fui a la nave principal, donde entre el órgano (lo más llevadero), los turistas paseando y haciendo fotos, y finalmente un sacristán con la aspiradora, no puede decirse que el sosiego fuera ejemplar. El sábado me acerqué a la ermita de la virgen del Puerto, a media tarde. Estaba abierto, "estupendo", por fin tranquilidad. Resulta que preparaban la fiesta del día siguiente, y entre la limpieza, sacar las andas de la imagen y otras chácharas, no hubo manera de concentrarse.
En fin, a veces me pregunto por qué será tan difícil rezar en una iglesia.