domingo, 23 de julio de 2017

Historia o leyendas

Estoy leyendo estos días el libro de Elvira Roca sobre las leyendas negras que han acompañado a los grandes imperios de la Historia (excepción del inglés, por algo será), y de modo más especial al español. Se trata de una obra muy bien documentada y amena de lectura, donde realiza un interesante paralelismo entre cuatro grandes imperios: Roma, Rusia, EE.UU. y España, cada uno situado en distintos momentos de la Historia, pero todos con muchos rasgos en común. Qué hace que un país llegue a crecer hasta convertirse en un imperio, y qué relación plantea ese crecimiento en los países que compiten con él, son algunos de los temas que plantea Elvira. Todos los imperios han tenido sus detractores, quienes consideraban que eran fruto de un destino inmerecido y construyeron leyendas para entorpecer su imagen, leyendas que esos imperios apenas pusieron esfuerzo en desmerecer. Pasó con los griegos frente a los romanos en la Antiguedad, con los franceses frente a los rusos en el XVIII, con los europeos frente a los estadounidenses actualmente, y con holandeses, ingleses y alemanes frente a los españoles en los siglos XVI y XVII.  Los mitos son muy parecidos en todos los casos, mezclanco medias verdades con aparatosas invenciones. Esos imperios han sido acosados de incultura, degradación social o racial, crueldad, egoísmo, fanatismo o un largo etcétera. La autora, como no podía ser menos, se entretiene especialmente en el caso español, donde la acción propagandística de los enemigos del imperio española ha sido particularmente eficiente: tan eficiente que se lo han creído los mismos españoles. Describe Barea, por ejemplo, con gran detalle la campaña propagandística montada por Guillermo de Orange para desprestigiar a Felipe II, el monarca legítimo de los Paises Bajos, y preparar el camino de la secesión. Ganó ambas guerras, la de los folletos y la del campo de ballata (con bastantes reveses en los largos años del conflicto), pero sin duda la primera es la que más ha perdurado. Lo lamentable es que todavia perdure, tanto en la visión que se imparte en las aulas holandesas como -lo que es realmente inexplicable- en las españolas: supuesto carácter fanático y cruel de Felipe II, acusandole incluso de matar a su hijo Carlos, imagen distorsionada -hasta el ridículo- de la Inquisición, supuesto intento de aliarse con los turcos, impuestos abusivos y un largo etcétera.
Y para darle un color de actualidad, basta leer entre líneas los comentarios que hace Barea sobre el impacto de esa campaña propagandística en el nacionalismo holandés que acabo en la independencia. La verdad histórica importaba, y parece que importa, bien poco: lo que importa es conseguir los objetivos que se pretenden, bañándolos de un sentido de la justicia que, en toda justicia, completamente carecen. 


domingo, 2 de julio de 2017

Los mormones: sentimiento y razón

No voy a descubrir la importancia de la libertad religiosa, de que cada uno pueda ejercer la religión que estime en conciencia más verdadera. Pero el respeto a las creencias de los demás no es identificable con el relativismo religioso, que pondría en el mismo plano cualquier creencia independientemente de su sustrato teológico, de los principios morales que lo guían o de su desarrollo en la Historia. Algunas tradiciones religiosas tienen un enorme recorrido histórico, son tan antiguas como la propia  civilización humana; otras obedecen a impulsos casi contemporáneos, muchas veces como variantes de otras tradiciones espirituales que se consideran revisables. En este marco estarían lo que denominamos cultos o sectas postcristianas, que basándose en el sustrato doctrinal e histórico del cristianismo, proponen un esquema de creencias que acaba formando una ideología que poco o nada tiene que ver con el Evangelio.
Este es el caso de los Mormones o "Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días", una separación del cristianismo propuesta en el s. XIX por Joseph Smith en 1830. Tengo que reconocer que mi conocimiento de los mormones se reducía a conversaciones muy esporádicas con alguno de sus misioneros y con la curiosidad que inspira el enorme edificio que construyeron no lejos de mi casa. Por eso la lectura del último libro de Vicente Jara y Jorge Núñez sobre este movimiento religioso me ha resultado de especial interés. "Los mormones. ¿De verdad sabes quiénes son?" es un libro escribo con notable fluidez, fruto de un algo más de 300 pags. Tras su lectura, me ha llamdo poderosamente la atención, la muy débil estructura doctrinal de este movimiento.Las afirmaciones que hacen en el Libro de Mormon, su confusa mezcla con algunos elementos de la Sagrada Escritura, su escasísimo rigor en las fuentes históricas, culturales y arqueológicas, hacen de los Mormones un movimiento que se parece mucho más a un sentimiento que a una razón, porque, tras le lectura del libro, uno se pregunta: ¿cómo pueden creerse honestamente tal cúmulo de despropósitos? ¿Cómo afirmar la existencia de una cultural inexistente más allá de sus propias referencias, de un lenguaje del que no tenemos ningún otro testimonio que el afirmado por el Libro que les inspira? No tengo duda que habrá muchos mormones honestos y entusiastas de su religión, pero ciertamente sus fundamentos parecen muy débiles. Recomiendo la lectura de este libro, documentado en las propias fuentes mormonas, intentando con la mayor honradez posible mostrarlas. No se pretende ofender a nadie, sólo poner en evidencia sus creencias y prácticas.